Presentación #13 - Indicador de frío
Después de ocho entradas distintas repasando tapones, salvo error, creo que se han cubierto todas las variedades con las que me he encontrado. Ha llegado, entonces, el momento de seguir con otros elementos de presentación, y hoy toca uno de transición: que podemos encontrar tanto en botellas como en latas.
El indicador de frío no deja de ser una parte de la etiqueta -o adhesivo que se haya incorporado adicionalmente- a la que se ha incorporado tinta termosensible, o sea, que con los cambios de temperatura altera su color. Que yo haya visto por ahora, generalmente partimos de un área de color blanco que al enfriarse pasa a ser de color azul e indica, según reza el márquetin, que una cerveza se encuentra a su temperatura óptima.
Pero no hay tanta ciencia detrás: más allá de si existen temperaturas óptimas de consumo universales, sencillamente el color es más intenso cuanto más frío se encuentra el envase. No es complicado deducir, en este sentido, que el presente elemento de presentación va asociado generalmente a cerveceras que comercializan sus productos bajo aquella antigua creencia, o mentira, de que la cerveza cuanto más fresquita mejor. Sería, por tanto, esperable que si nos pidiéramos una de éstas en un bar, nos viniera el camarero con la sonrisa de satisfacción de cuando te traen una jarra congelada, con esa expresión de ‘ahora te voy a hacer feliz’.
En nuestro mercado, creo no equivocarme al afirmar que fue Estrella Galicia que introdujo el indicador de frío. El ejemplo más paradigmático a nivel internacional posiblemente sea el de Coors Light, que cuenta con indicador de ‘frío’ y ‘muy frío’ según temperatura, y en cuyo envase pasan a dibujarse unas montañas azules. Divertido, sin duda; pero a menos de que uno carezca de sensibilidad al tacto, no me parece especialmente útil.
Salut i birra!
A fin de entender la motivación detrás de esta serie de posts, se recomienda leer la Introducción.
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