Determinación...

Recuerdo ese día en que conocí a Nereo Garbin. Quedamos en las oficinas del Instituto de la Cerveza Artesana (ICA) en Poble Sec, también con Daniel Fermun, a quien había conocido en la barra del ya extinto Animal Picar & Beer de Madrid. Tuvimos una larga charla en la que pudimos conocernos, intercambiar opiniones sobre el panorama cervecero local, así como tomar algunas cervezas. Ellos me hablaron sobre su extensa trayectoria en el mundo cervecero, así como de sus proyectos de futuro, enseñándome un local negro y grasiento en el subsuelo del mismo edificio, en el que había operado un taller de coches hace años, y donde pensaban ubicar su cervecera. "¡No les queda trabajo, ni nada!", pensé yo.

"Abirradero es la extensión barística del ICA, con 40 grifos de cerveza y cocina bien equipada"

 

 

Visité ese mismo local sucio y desolador un año y medio después, para encontrarme con una impoluta y reluciente sala, perfectamente acondicionada para la producción de cerveza y para la exposición de la maquinaria de producción propia Slowbeer. Asimismo, el equipo humano había crecido incorporando a personas para cubrir el trabajo necesario para áreas como las de difusión y ventas, pero también para algunas de sus variadas líneas de trabajo, que incluyen desde el suministro de materias primas para la elaboración, a la formación a aficionados y profesionales, o la innovación en procesos o ingredientes. Un ejemplo de ello sería el interesante proyecto que les llevó a maltear un cereal autóctono como es el arroz del Delta del Ebre, a fin de producir cerveza con un sentido creciente de localidad.

Por si fuera poco, desde el domingo anterior cuentan con su propio brewpub: Abirradero, que a sólo 20 metros de distancia de la microcervecera se convierte en una potente extensión barística del ICA. La oferta une una cocina bien equipada a una variedad de hasta 40 grifos, con tres líneas distintas de frío, en la que se pinchan cervezas básicamente locales, la mitad de ellas de elaboración propia y con alguna referencia proveniente, según me comentaron, de microcervecerías de otros países mediterráneos como Portugal o Italia. Todas las cervezas disponibles en barril están informadas en unas pantallas digitales situadas al entrar al local y también detrás de la barra.

El local coge su nombre de El Abrevadero, un restaurante mítico de principios del siglo XX en la ciudad, y se inspira estéticamente en los abrevaderos históricos que se encuentran justo enfrente, donde los caballos de los arrieros y carreteros que se dirigían al puerto podían descansar y saciar su sed mientras sus dueños hacían lo propio en el bar. Así, tanto el logotipo como la decoración del brewpub juegan con imágenes de caballos, aportando al local un estilo moderno pero con ciertos toques rústicos.

En la fiesta de inauguración del viernes 9 de octubre, pude visitar las instalaciones vacías al llegar antes que nadie; algo que me parece no será fácil de ahora en adelante. La jornada transcurrió entre charlas y cervezas, pudiendo probar hasta 5 variedades distintas de cerveza en conjunción a algunos platos preparados para la ocasión. En el apartado sólido, me gustó mucho el salmón marinado con aceite de lúpulo Chinook, así como las mini hamburguesas, o el delicioso birramisú de postres. Una pequeña muestra del gran potencial gastronómico que atesora este nuevo local de la muy-dinámica escena cervecera barcelonesa.

En cuanto a cervezas, destacaría muy especialmente la Fakeneken, una deliciosa Helles de inspiración absolutamente clásica, suave y llena de sabor; posiblemente la mejor interpretación del estilo que haya probado localmente. Por otra parte, no podría dejar de mencionar la Galaxy Farm, una Saison contemporánea que, como rápidamente se podía deducir, hace buen uso de un lúpulo australiano como el Galaxy para aportar su característico aroma y sabor, entre el maracuyá y los cítricos. Una cerveza, esta última, de las que no tiene nada que envidiar a referencias similares de grandes nombres de la industria europea.

Con muy buen sabor de boca, agradecí la invitación al evento y me despedí del equipo de Abirradero y de algunos compañeros cerveceros con quien compartí la tarde. Al salir, me encontré a medio camino entre la Sala Apolo y El Molino, dos iconos de la escena de ocio pretérita de Barcelona, y que siguen siendo testimonios de la transformación del Paral·lel y, en general, de Poble Sec. Un barrio con íntimos vínculos con los inicios de nuestra escena cervecera alternativa, y que poco a poco va adquiriendo músculo con nuevos locales, con el Abirradero como ejemplo más reciente.

Situado en una zona de alto tránsito de personas, pero con un tipo de ocio en que, a excepción de los teatros, se valora el precio por encima de la calidad, una vez más puedo entonar el "¡no les queda trabajo, ni nada!". El tiempo dictará la capacidad de atracción que tendrá el local con todo este nuevo público potencial que transita por la zona, pero está claro que a Nereo, Dani y compañía, como han venido demostrando, no les faltan ni determinación ni ganas de trabajar.

 

Salut i birra!


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Abirradero → Carrer Vila i Vilà 77. 08004, Barcelona.
Instituto de la Cerveza Artesana → Carrer Vila i Vilà 73. 08004, Barcelona.