27 de agosto (de 2014)

La foto es horrenda, lo siento...
la música fue mucho mejor

Las vacaciones ya son agua pasada. Después de una merecida desconexión física y mental de casi un mes entero, llegó esa fecha de finales de agosto que tanto significa para mí en lo personal y en lo cervecero. Efectivamente, se cumplían 7 años desde aquella declaración formal de independencia personal que supuso, tras mi abandono de las aulas universitarias, mi ingreso al mercado laboral y el inicio de una nueva etapa vital en Bruselas. No es mi intención dar la lata en este primer post de temporada con algo que ya he contado por escrito hasta en dos ocasiones, así que os remito a las entradas de 2012 y 2013 para mayor detalle.

Este año, mi estado mental y observacional, así como el hecho de no encontrarme en mi domicilio habitual (aunque a veces dudo de que tenga alguno), hicieron que la celebración de este particular séptimo aniversario tomara un aire muy distinto a los anteriores, si bien en retrospección puedo asegurar que me satisfizo muchísimo más, cambiando el típico ambiente de soledad y reflexión que acostumbra a dominar la jornada por un escenario festivo en el que no me encontraba precisamente solo.

Salimos con mis suegros y mi mujer a cenar por Sant Antoni de Calonge, a una antigua barbería reconvertida a bar de tapas en el paseo marítimo, justo al lado del mar. Año tras año, los dueños de Cal Barber celebran una pequeña fiesta con sus clientes, ofreciendo un menú con buena comida como la habitual, pero con un punto especial aportado por distintos músicos de variados orígenes que veranean en la población y que se juntan puntualmente para dar un toque de alegría a finales de agosto.

Sabía de antemano que no tomaría ninguna cerveza belga, como es costumbre cada 27 de agosto. No obstante, romper la "tradición" no me resultaba especialmente conflictivo internamente. Me gustaba la despreocupación de saber qué cerveza tomaría y a qué sabría antes incluso de llegar, con la agradable incertidumbre de cuántas caerían.

Después de un tiempo en que cada vez más tiendo a buscar, por encima de todo, un alto grado de bebibilidad a la cerveza, y de un verano de absoluta reafirmación en este sentido, sabía que la Moska Rossa sería una gran compañera para la noche. Una de las cervezas veteranas de nuestro panorama (aunque naturalmente haya evolucionado, se viene elaborando desde 2008), de la que consecuentemente se habla muy poco en círculos freaky-cerveceros, pero con la que en varias charlas me he dado cuenta de que coincido con más de uno y de dos en cuanto a sus intrínsecas cualidades para ser tomada y disfrutada.

Es una de las porcentualmente escasas Lager que han dado hasta ahora las microcerveceras catalanas, de perfil suave y refrescante, floral, algo dulzona y ligera, con un agradable final limpio, seco y moderadamente amargo. Acompañó magistralmente, y sin querer llamar la atención, la exquisita cena de cocina catalana con toques marineros y el buen ambiente que aportaron la docena de artistas que fueron ofreciendo su arte durante aquella cálida noche en una de las poblaciones más encantadoras de la Costa Brava. 

Unas cuántas botellas después, el variado repertorio había pasado por temas de Bee Gees, de la banda sonora de Pulp Fiction o incluso por un majestuoso Nessun Dorma; sonaban ya las últimas canciones a ritmo de rumba, dedicadas al gran Peret, recientemente fallecido. Ya de vuelta, valoraba con mi familia la buena oferta global que ofrece el local, que combina un gran servicio con cocina de primer nivel, materia prima de altísima calidad y, desde hace tiempo, una buena variedad de cerveza local (especialmente gironina), además de vino y cava, naturalmente. Fue, sin duda, una celebración fuera de mis parámetros habituales para un 27 de agosto, pero que probablemente buscaré repetir los próximos años.

Nada más que añadir. Estas próximas semanas tocará repasar un poco el verano, así como finiquitar algunas entradas pre-vacacionales que quedaron pendientes. Como decía otro grande, bienvenidos al curso baloncestístico 2014-2015.

Salut i birra!