Segunda oportunidad (Fira de la Cervesa Artesana de Sabadell)
Justo antes de las vacaciones de verano, publiqué un post en relación a la I Feria Internacional el Arte de la Cerveza Sana, en el que después de relatar mi experiencia instaba a no dejar pasar otra oportunidad de aprovechar las posibilidades de una feria de cerveza pensada para los profesionales del mundillo. Pues bien, parece que a la segunda se ha dado en el clavo, ya que la I Fira de la Cervesa Artesana de Sabadell, como ya comenté en la susodicha entrada, nació con la intención de albergar una muestra de todas las facetas cerveceras a fin de ofrecer un espacio para el intercambio y el negocio entre profesionales, y la cosa fue bien; muy bien, me atrevería a decir. Pero no es casual.
Después de una semana infernal de trabajo, el día antes de la Fira arañé unos minutillos mientras comía el tupper en la oficina, y me dediqué a estudiar el funcionamiento del evento, con el ojo puesto especialmente en el apartado de las actividades paralelas. Me impresionó: había diariamente casi tantas actividades paralelas como horas tiene una jornada, y muchas de ellas despertaron mi interés desde el momento en que leí acerca de ellas. Acelerando mi ingesta de comida, volví rápido al ordenador y reservé plaza para un par de ellas (que, por sorpresa mía, eran totalmente gratuitas).
El sábado, segundo día de la feria, era en principio el día fuerte; y aunque mi tendencia es precisamente la de evitar las jornadas más multitudinarias era el único momento del finde que me encajaba para visitar mi ciudad natal. Después de un viernes tímido, el sábado empezó movido ya desde la mañana. Yo llegué a las 12 y algún minuto, en el descuento, muy a punto de empezar una de las actividades que más me interesaba: en su propio stand, Salva Marimon impartía una clase magistral sobre mantenimiento de tiradores de cerveza. No quiero montar un bar (al menos, por ahora), pero hacía tiempo que quería atajar mi absoluta ignorancia en cuanto al funcionamiento, piezas, mecanismo y mantenimiento en general de estos aparatos que tantas alegrías nos dan a muchos, sabiendo la mayoría poco o nada acerca de ellos.
Salva, en su salsa, se destapó como buen orador presentando su faceta más didáctica y transmitiendo a los asistentes sus vastos conocimientos sobre la temática; atendiendo a las preguntas e incluso llevando la teoría a la práctica en algún ejemplo. Entiendo, desde ese momento, muchas cosas que anteriormente se me escapaban: como en cada paso que doy en este mundillo, estoy contento de conocer un poco mejor la cerveza desde entonces.
Con tiempo para tomar una cervecita bien acompañado, entré a las 13:30h a una de las charla que más interés pareció haber generado. Albert Barrachina y Albert Tintó hacían una presentación acerca de los defectos en la cerveza y cómo evitarlos en el proceso productivo. Aunque por causa mayor tuve que salir del aula un pelín antes de tiempo, fue otra actividad francamente buena, aunque muchos pensábamos que tendríamos la oportunidad de experimentar sensorialmente con los defectos, y sólo fue una sesión teórica. Barrachina, enciclopédico, transmitió con gran claridad y orden la lección, con un estilo muy propio que hizo que la charla fuera muy amena y divertida. Por su parte, Tintó se centró más en la prevención de contaminaciones durante la producción de cerveza, con un discurso más pausado pero igualmente didáctico.
A partir de aquí, después de comer con mi abuela (sí, la Iaia Birraire), pude disfrutar relajadamente de todo lo que ofrecía la Fira: charlando con conocidos y nuevos compañeros, tomando cervecitas por aquí y discutiendo aspectos de éstas, o de la propia feria, por allá. Una tarde de las que me gustan, en la que se entrelazaron dos mundos para mí inconexos: mi infancia, vista en los rostros de gente que pertenece a mi vida pasada, pero con la que pude recordar y compartir nuevamente buenos momentos; y mi presente birraire. Agradables instantes de reflexión y recuerdo, lubricados por el contenido de un vaso que se llenaba y se vaciaba en un bucle constante de actividad.
Gran balance cervecero, pero especialmente a nivel de experiencia. La organización habla de una asistencia de casi 11.000 personas, contento general de los feriantes y satisfacción de los visitantes, que disfrutaron de una jornada festiva inédita hasta el momento en la capital vallesana. Éxito rotundo, a mi entender.
Debo reconocer que me cuento entre los que se sorprendió cuando leyó los números que se esperaban en cuanto a asistencia, y que no tenía nada claro que se llegara a objetivos: no por falta de ganas ni capacidad, sino por la ambiciosa meta marcada. Estoy feliz de haberme equivocado, y me siento orgulloso de la organización, de Sabadell Cerveser, por haber sacado adelante este difícil proyecto con el alto nivel de calidad que se ha hecho. Mi más sincera enhorabuena.
En su momento me ofrecí para ayudar en lo que fuera: aunque ya no viva en Sabadell, sigo sintiendo esta ciudad como propia; y no dudé en prestarme para aquello que la organización estimara necesario. Pronto vi que no me necesitarían, pues parecían tenerlo todo bajo control, y más allá de hacer difusión me limité a observar como crecía el proyecto y se estructuraba en las dos partes anunciadas: con la Setmana de la Cervesa a modo de teaser, y el fantástico colofón durante el fin de semana del 4 al 6 de octubre.
Quizás harta de una oferta ocioso-cultural bastante pobre, con poca variedad (y calidad) de opciones para salir con familia y amigos (al menos, ésta es la Sabadell que viví hace unos años), la ciudad se vistió de gala para una gran ocasión, convirtiéndose en clave también para el éxito de la convocatoria. Un municipio de magnitud e importancia como éste demostró su carácter y su capacidad para ser escenario de grandes citas como la Fira de la Cervesa Artesana de Sabadell, con equipaciones de primer nivel como el recinto ferial y un equipo humano entregado para sacar adelante un gran proyecto con garantías.
Salva, en su salsa, se destapó como buen orador presentando su faceta más didáctica y transmitiendo a los asistentes sus vastos conocimientos sobre la temática; atendiendo a las preguntas e incluso llevando la teoría a la práctica en algún ejemplo. Entiendo, desde ese momento, muchas cosas que anteriormente se me escapaban: como en cada paso que doy en este mundillo, estoy contento de conocer un poco mejor la cerveza desde entonces.
Con tiempo para tomar una cervecita bien acompañado, entré a las 13:30h a una de las charla que más interés pareció haber generado. Albert Barrachina y Albert Tintó hacían una presentación acerca de los defectos en la cerveza y cómo evitarlos en el proceso productivo. Aunque por causa mayor tuve que salir del aula un pelín antes de tiempo, fue otra actividad francamente buena, aunque muchos pensábamos que tendríamos la oportunidad de experimentar sensorialmente con los defectos, y sólo fue una sesión teórica. Barrachina, enciclopédico, transmitió con gran claridad y orden la lección, con un estilo muy propio que hizo que la charla fuera muy amena y divertida. Por su parte, Tintó se centró más en la prevención de contaminaciones durante la producción de cerveza, con un discurso más pausado pero igualmente didáctico.
A partir de aquí, después de comer con mi abuela (sí, la Iaia Birraire), pude disfrutar relajadamente de todo lo que ofrecía la Fira: charlando con conocidos y nuevos compañeros, tomando cervecitas por aquí y discutiendo aspectos de éstas, o de la propia feria, por allá. Una tarde de las que me gustan, en la que se entrelazaron dos mundos para mí inconexos: mi infancia, vista en los rostros de gente que pertenece a mi vida pasada, pero con la que pude recordar y compartir nuevamente buenos momentos; y mi presente birraire. Agradables instantes de reflexión y recuerdo, lubricados por el contenido de un vaso que se llenaba y se vaciaba en un bucle constante de actividad.
De entre las varias cosas que probé, me gustó mucho la Saison con frambuesa y pimienta negra de Nómada, que con 5% de nada tenía un final largo y apimentado que parecía alargar la sensación en boca de un tipo de levadura, que de normal, ya se mueve dentro de esos matices. Asimismo, en el mismo stand, la Gose de Westbrook se salía: genial equilibrio entre ácido y salado, con interesantes matices afrutados; muy bebible y agradable.
En el stand de cerveza checa, pude probar una novedad bien rica: la Klášterní XIX Bock; acaramelada, limpia y ligera; mientras que en el stand compartido de Isaac Beltrán y La Mataró Beer, probé la potente Imperial IPA Reptilian Ibuprofano; otra muestra de poder del vendrellenc. Destacable también, la fantástica Crisp de Guineu, una nueva Barley Wine que pronto tendrá su versión envejecida en barrica.
Gran balance cervecero, pero especialmente a nivel de experiencia. La organización habla de una asistencia de casi 11.000 personas, contento general de los feriantes y satisfacción de los visitantes, que disfrutaron de una jornada festiva inédita hasta el momento en la capital vallesana. Éxito rotundo, a mi entender.
Debo reconocer que me cuento entre los que se sorprendió cuando leyó los números que se esperaban en cuanto a asistencia, y que no tenía nada claro que se llegara a objetivos: no por falta de ganas ni capacidad, sino por la ambiciosa meta marcada. Estoy feliz de haberme equivocado, y me siento orgulloso de la organización, de Sabadell Cerveser, por haber sacado adelante este difícil proyecto con el alto nivel de calidad que se ha hecho. Mi más sincera enhorabuena.
En su momento me ofrecí para ayudar en lo que fuera: aunque ya no viva en Sabadell, sigo sintiendo esta ciudad como propia; y no dudé en prestarme para aquello que la organización estimara necesario. Pronto vi que no me necesitarían, pues parecían tenerlo todo bajo control, y más allá de hacer difusión me limité a observar como crecía el proyecto y se estructuraba en las dos partes anunciadas: con la Setmana de la Cervesa a modo de teaser, y el fantástico colofón durante el fin de semana del 4 al 6 de octubre.
Quizás harta de una oferta ocioso-cultural bastante pobre, con poca variedad (y calidad) de opciones para salir con familia y amigos (al menos, ésta es la Sabadell que viví hace unos años), la ciudad se vistió de gala para una gran ocasión, convirtiéndose en clave también para el éxito de la convocatoria. Un municipio de magnitud e importancia como éste demostró su carácter y su capacidad para ser escenario de grandes citas como la Fira de la Cervesa Artesana de Sabadell, con equipaciones de primer nivel como el recinto ferial y un equipo humano entregado para sacar adelante un gran proyecto con garantías.
Medió un gran acierto en los planteamientos, unido a la gran diversidad de oferta y espacios. Y es que la feria se montó entendiendo la realidad cervecera del momento: "¿qué necesitan los profesionales de cada una de las ramas que cuelgan del tronco principal? ¿qué buscan los consumidores de ésta bebida?". La elección precisa del sitio, juntamente con este mayor entendimiento del panorama cervecero, son factores que hacen que Sabadell consiguiera lo que no consiguió Aranda, aunque sus planteamientos fueran igualmente buenos. Conocer personalmente a la gente de este mundo también es un factor a tener en cuenta, y más cuando se quiere innovar apostando por un evento con clara vocación para profesionales.
El hecho de que una feria de estas características dependa de la asistencia de público general no profesional, demuestra que, evidentemente, estamos empezando. Sin embargo, esta fórmula mixta tan bien entendida por Sabadell Cerveser ha marcado precedente, convirtiéndose en un importante referente para seguir construyendo esta edificación que hace años empezaron cuatro albañiles amateurs, y que ahora cuenta con todo un equipo en vías de profesionalización que siente y vive la cerveza como algo propio.
Hemos aprovechado la segunda oportunidad. Alegrémonos de ello: celebrémoslo con una cervecita, a la salud de quienes lo han hecho posible. Luego sigamos trabajando, todos, para seguir por esta buena senda que hemos tomado.
Salut i birra!
Salut i birra!
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