Cuando el tamaño importa (parte 1)
Éste es el primer post de una serie de entradas "de magnitud", en las que voy a dar mi visión sobre algunos temas de actualidad, con un denominador común en todos ellos: el tamaño.
En muchas ocasiones sociales y expresiones culturales las personas tratamos, con recurrencia, un tema tan magnitudinal como es el del tamaño. Conceptos, objetos o, incluso, órganos corporales: el tamaño es objeto de debate, de apreciación y de valoración. Para unas cosas importa; para otras parece que no. Pero en el caso que hoy nos ocupa, creo que sí merece la atención de todos los que, con cierta asiduidad, frecuentamos garitos y locales varios donde podemos tomar alguna que otra cervecita servida en un recipiente de cristal, de dimensiones, muchas veces, desconocidas.
Pero no en todos los sitios ocurre lo mismo. A modo de ejemplo, en el Reino Unido los consumidores no se aventuran en esta Twilight Zone que, poco a poco, se apodera de nuestra creciente realidad cervecera, pues existe una ley para asegurar que el consumidor que pide una pinta de cerveza recibe, exactamente, el volumen de líquido que equivale a esta medida. Parece lógico, ¿no? Maneras de conseguirlo hay varias, siendo las más comunes la certificación de los vasos de pinta (marcados con una corona) o el servido medido.
Para los despistados, a modo de recordatorio, vamos a repasar las medidas oficiales de los vasos que, más comúnmente, encontramos en oferta para tomar cerveza de barril en nuestros bares:
- Pinta Imperial (UK) = 568 ml. (e.g. Nonic o Tulipa).
- Pinta Americana = 473 ml. (e.g. Shaker).
- Media Pinta Imperial (UK) = 568/2 = 284 ml. (e.g. Medio Nonic o Media Tulipa).
Las diferencias entiendo que, más o menos, aquellos que usamos este tipo de cristalería cuando bebemos cerveza las tenemos claras. Pero cuando en un bar pedimos genéricamente una pinta, el misterio es qué vaso vamos a recibir exactamente. Sea un Shaker americano o una Nonic británica, ambos pueden ser considerados como pintas; pero existe una diferencia cuantiosa entre ambos, que llega casi a los 100ml. Pero no os preocupéis, el post no termina con esta obviedad; hay más cosas interesantes a considerar.
Hablemos de la espuma, por ejemplo. Naturalmente, el servido de la cerveza y la espuma generada es otro aspecto que condiciona la cantidad de cerveza que vamos a ingerir de forma efectiva. No vamos a ponernos quisquillosos, por lo general, y medir exactamente qué porcentaje de espuma tenemos en relación al total del vaso (a menos que no sea flagrante), pero está claro que la parte más ancha de un Shaker es la que acaba albergando la espuma; y la proporción tiene todos los números de ser mayor que en una pinta de acabado más recto.
¡Pero esto no es todo! ¿Cuál es el vaso de pinta americana de verdad? Esta parte la vamos a analizar gráficamente, a través de un pequeño experimento que llevé a cabo con una imperial coffee stout. Véamos las siguientes fotos:
Hablemos de la espuma, por ejemplo. Naturalmente, el servido de la cerveza y la espuma generada es otro aspecto que condiciona la cantidad de cerveza que vamos a ingerir de forma efectiva. No vamos a ponernos quisquillosos, por lo general, y medir exactamente qué porcentaje de espuma tenemos en relación al total del vaso (a menos que no sea flagrante), pero está claro que la parte más ancha de un Shaker es la que acaba albergando la espuma; y la proporción tiene todos los números de ser mayor que en una pinta de acabado más recto.
¡Pero esto no es todo! ¿Cuál es el vaso de pinta americana de verdad? Esta parte la vamos a analizar gráficamente, a través de un pequeño experimento que llevé a cabo con un
Las dos primeras muestran la cantidad de una media pinta vertida en el precioso Shaker de Dougall's. En la fila de abajo, el mismo Shaker lleno de líquido vertido en una Nonic británica. Hasta aquí, todo bien; siempre que tengamos claro a la hora de pedir una cerveza de qué pinta estamos hablando, y teniendo en cuenta que, aún así, el vaso de la derecha va a acumular la espuma en la zona de mayor radio. Pero veamos las siguientes cuatro fotos, que aquí es cuando el título de este post cobra especial relevancia:
Mismo ejercicio; mismo tipo de vasos; ¿mismo resultado? A mí me da la sensación de que si el café instantáneo que preparé para la ocasión hubiera generado una corona de espuma, el Shaker de Lervig estaría casi tan lleno como la media pinta. Asimismo, aún presumiendo de que la espuma fuera mínima en el Shaker, viendo la Nonic se ve como al pedir una pinta genérica podríamos estar perdiendo ese primer sorbo sediento que tanto placer produce.
Mismo ejercicio; mismo tipo de vasos; ¿mismo resultado? A mí me da la sensación de que si el café instantáneo que preparé para la ocasión hubiera generado una corona de espuma, el Shaker de Lervig estaría casi tan lleno como la media pinta. Asimismo, aún presumiendo de que la espuma fuera mínima en el Shaker, viendo la Nonic se ve como al pedir una pinta genérica podríamos estar perdiendo ese primer sorbo sediento que tanto placer produce.
Tan preocupados que estamos, en ocasiones, por los precios y qué pocas veces he tenido una conversación acerca de una cosa tan fácilmente medible como la cantidad de cerveza que puede contener un vaso. Mientras el precio es algo discutible y argumentable, algo tan objetivo y claro como la cantidad parece que pasa desapercibido y se escapa, una y otra vez, del debate.
Oops... ¿mismo vaso? |
He apostado por hablar de estos tres tipos de vasos, pero bien sabemos que hay muchos más que podemos encontrar con cierta facilidad. Me gustaría que este ejercicio simplificado fuera una llamada a la transparencia por parte de los establecimientos en cuanto a lo que están ofreciendo: "¿cuánta cerveza me vas a echar en el vaso?". No es lo mismo una pinta americana que una de británica, y la práctica también nos demuestra que tenemos en el mercado distintas medidas de Shaker, que se nos venden como pintas cumplan o no cumplan con la capacidad de 16 oz. Los consumidores tenemos derecho a disponer de esta información, y los profesionales del sector el deber de proporcionar este dato.
Aunque no medie mala fe, la desinformación sigue siendo un engaño. Tengamos claras las medidas de nuestros vasos, anunciémoslas claramente en cartas y pizarras y, a partir de aquí, valoremos desde el aspecto cuantitativo el valor que estamos recibiendo por nuestro dinero. Luego, naturalmente, quedará considerar aquello más difícilmente medible (calidad, conservación, servicio, ambiente, etc.) para decidir si nuestra experiencia es acorde a nuestras expectativas y exigencias.
Yo me quedo con el de la izquierda, sin duda... |
La segunda parte de esta serie tendrá un aire distinto: menos crítico, más participativo. Pero, nuevamente, hablaremos de la importancia del tamaño. Espero que os resulte interesante.
Salut i birra!
PD: si me preguntáis nominalmente, si por mí fuera, el vaso de Shaker estaría totalmente arrinconado: por un poco más, me tomo una pinta clásica; es resbaladizo cuando está húmedo; por su forma, está claramente pensado para los negocios, y no para los consumidores; y la experiencia sensorial, especialmente en nariz, no es ni la mitad de completa, en mi experiencia. Hasta aquí, un breve resumen de mis agravios con esta tipología de vaso, que en mi casa sólo cumple fines decorativos.
PD: si me preguntáis nominalmente, si por mí fuera, el vaso de Shaker estaría totalmente arrinconado: por un poco más, me tomo una pinta clásica; es resbaladizo cuando está húmedo; por su forma, está claramente pensado para los negocios, y no para los consumidores; y la experiencia sensorial, especialmente en nariz, no es ni la mitad de completa, en mi experiencia. Hasta aquí, un breve resumen de mis agravios con esta tipología de vaso, que en mi casa sólo cumple fines decorativos.
Comentarios
Publicar un comentario