Cerveza en Canadá (VI) - La Voie Maltée

Entre el tiempo que separa la deliciosa visita a la Microbrasserie Nouvelle France y la siguiente parada cervecera, probablemente vivimos los mejores días del viaje, disfrutando de los mejores paisajes naturales y de la fauna que ofrece la provincia de Quebec. Contrastó, consecuentemente, que después de este gran espectáculo de parques naturales, cascadas, valles y animalitos hubiéramos cometido un pequeño error de planificación al buscar alojamiento en Chicoutimi, una de las tres villas que conforman la población de Saguenay (en la región de Saguenay - Lac Saint Jean), y que brilla por su implacable fealdad. Manresa* parecía la París de la Catalunya central, viendo el panorama.

La realidad de nuestra equivocación, unida al shock de los paisajes que aún disfrutábamos frescos en nuestras mentes en comparación a las imágenes que nos transmitían los ojos, nos desanimó un poco. "Ahora deberíamos encontrar algún sitio con cerveza", dije yo, pensando en sus efectos reconfortantes, y a decir verdad también un poco en el blog. Uno tiene que aprovechar cada momento que se le presenta, y más cuando no ninguna actividad alternativa que pueda ni llegar a competir en interés.

Desenfundé el smartphone y rápidamente encontré algunas referencias para tomar cerveza. La que más me llamó la atención fue la de un brewpub que se situaba a escasos 300 metros del hotel. Así que, sin pensarlo dos veces, nos dirijimos a tal sitio con tal de cenar y tomar alegremente alguna que otra birrilla.


La Voie Maltée:


Constituida en 2002, La Voie Maltée se convirtió en la primera microcervecera de Saguenay-Lac Saint Jean cuando abrió sus primeras instalaciones en el borough de Jonquière. Seis años más tarde, esta vez en Chicoutimi, el equipo formado por Daniel Giguère, su hermano Peter y sus dos amigos Alexandes y Michael abriría el brewpub de Chicoutimi que pude visitar en aquella fresquita noche de agosto en Quebec. (Y, según he podido leer, durante la primavera de 2013 abrirán su tercer local, en Quebec City).

Situado a lo largo de una muy extensa carretera que cruza la villa verticalmente de cabo a rabo, entramos al local por la puerta de atrás, y lo primero que nos llamó la atención era la luz tenue que iluminaba un local que, una vez dentro, era enorme. Con distintos espacios, varias mesitas y visibilidad a la zona de producción a través de unos cristales en un extremo de la sala, contaba con una gran barra rectangular de 360 grados situada justo en el medio. Enseguida pensé que la distribución del espacio tenía que haber sido pensada, casi forzosamente, por mentes de tradición protestante, recordándome la estructura de ciertas iglesias anglosajonas que he podido visitar en anteriores viajes.

La decoración era muy a la americana: vistosa, con un punto comercial pero realmente cuidada, dando importancia a la imagen del local pero sin olvidar la cerveza, ya que no faltaban pizarras (que algunos sabréis que son mi debilidad), barriles y bonitos cartelitos propios y banderitas de sus referencias fijas y de temporada. El sitio tenía un punto de comercialidad, cosa que demostraba la buena cantidad de gente joven no-precisamente-cervecera que había decidido hacer su primera parada de la noche en ese espacioso local, que además de cerveza propia ofrecía comida y una gran variedad de cócteles a precios razonables, contando con una rotación de clientes, en algún momento, casi vertiginosa; sin llegar, no obstante, a llenarse en ningún momento. El sitio estaba pensado para poder albergar un gran número de visitantes; muchos, me imagino, gente que paraba al ver un pub animado en la ancha carretera que rebosaba de centros comerciales y tiendas varias.

Nos acomodamos en la barra, llena de cristalería muy adecuada para el consumo de cerveza; y, al cabo de un rato, pedimos. Me gustó el detalle inicial de que nos sirvieran unos individuales de papel con la representación de las etiquetas de dos de sus cervezas. Con las dos primeras birras delante, pasé a la acción degustatoria mientras esperábamos las dos pizzas que habíamos elegido como cena. Mrs. Birraire apostó, como no, por la Hefe Weizen La Voie Maltée Malcomode; yo, sin haber encontrado aún ninguna cerveza de carácter claramente yankee, pedí la Soutien-gorge, una Imperial IPA. Esta última presentaba una nariz cascadiana inconfundible, que no me permitió anticipar el curioso sabor que mostraría, especialmente, en el retrogusto, con una buena dosis de malta acaramelada y tostadita junto con ciertos matices ahumados muy inesperados. Original y de buen sabor, tenía el problema en el paladar, que no estaba a la altura con una ligereza inoportuna y una gasificación fina, moderada, pero algo molesta.

Asimismo, la Malcomode fue también mejorable, con un aroma agradable y bien definido que se desequilibraba un poco en su paso por boca; y, nuevamente, de paladar mejorable. Es difícil encontrar cervezas de trigo alemanas realmente interesantes fuera de su país originario; aunque sean refrescantes y decentes como ésta. Al terminar las dos cervezas, la pizza también había sucumbido al hambre acumulado de un día intenso; y al igual que la parte líquida de la cena, la comida entró bien pero sin deslumbrar.

Mis postres, como de costumbre, fueron otra cerveza. Había quinze candidatas, aunque las dos "Cuvées" anunciadas no las tenían, y de las otras catorce, seis eran seasonals y no tenían más que una. Ante esta situación, elegí atacar la Gigonne, una Stout de 4% ABV que despertaba mi curiosidad por la declaración de estilo y procedencia que le daba no sólo el estilo, sino su graduación. A su vez, mucha gente parecía pedirse dicha referencia, fuera para tomar sola o, en muchísimos casos, para mezclarla en alguno de los cócteles más-que-fashions que preparaban los camareros.

Hablando de camareros: el servicio era bueno y profesional, aunque un tanto impersonal por la gran cantidad de curro que tenían. Todos estaban atareadísimos, hasta el punto que resultaba complicado comunicarse con ellos más allá de los pedidos (e incluso éstos podían tardar por exceso de trabajo). Así que no pude pedirles casi ningún detalle sobre producción, equipo e instalaciones. Sin embargo, fueron simpáticos y atentos con nosotros, tanto los dos chicos miméticos con gorra y estética brewdogiana como la camarera rubia de tan buen ver, que seguro fidelizaba un gran número de clientes con su blanca sonrisa y su sugerente vestimenta.

Del ambiente general, nos decepcionó comprobar que la gente tomaba una birra al entrar y luego se pasaba a los cócteles, que debo reconocer, desde mi inexperienciada opinión, parecía que los preparaban con cierta gracia (y salero). No consigo recordar la selección musical, pero esta parte creo que sí me agradó más, aunque el volumen fuera un poco alto para mi gusto, en el contexto de una cena.



La Voie Maltée nos ofreció una noche agradable y animada en el marco de un borough que poco más parecía que pudiera ofrecer. La cerveza tenía importantes puntos de mejora, y fue probablemente el brewpub más flojo del viaje en este sentido; pero eran perfectamente bebibles, sin ningún rastro de contaminación. Además, pasamos el rato bien, descubriendo un nuevo sitio con nuevas cervezas, y nos fuimos más animados de vuelta al hotel, que era justo lo que habíamos buscado al salir. Claro está que La Nouvelle France, así como en su momento la Mill Street Brewery, marcaba un precedente duro para las posteriores visitas.

(Como curiosidad, al salir pude hacerme con un ejemplar de una publicación local gratuita sobre cerveza, en forma de periódico. No pude evitar pensar que se trataba de una especie de Gacetilla Cervecera a la canadiense pero, a diferencia de la nuestra, llena de anuncios. El contenido, no obstante, era bien interesante, con reportajes sobre cerveceros locales, noticias de festivales y novedades cerveceras).

Éste fue el último brewpub visitado fuera de lo que son las grandes ciudades de Ontario y Quebec. Nos quedaba Quebec City y Montreal por delante, con buenas sorpresas para sorprender nuestros sentidos.

Salut i birra!


* La capital de la comarca del Bages, sí señor. La ciudad en sí no ganaría un concurso de belleza, pero tengo que destacar que para mí tiene su encanto, y una vida nocturna más agitada y diversa (mucho mejor) que la de ciudades de una belleza intachable como mi natal Sabadell, que probablemente sería la más sosa si no hubiera abierto la Micro Cerveseria hace un año.

Comentarios

  1. Peasso viaje te has arreao canalla!!!! Queremos fotos de la camarera!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El esfuerzo de ahorrar tiene recompensas, aunque a veces no lo parezca :-P. jajaja, mucha testosterona suelta veo en los comentarios. tengo una, pero sale borrosa por la luz tenue especificada en el texto... Salut mestre!

      Eliminar
  2. Error de planificación....? y zas! un brewpub a 300m del alojamiento. Me reitero en lo anteriormente dicho en la anterior entrada de Canadá.

    Barra de 360º...= mente tendencia protestante??, algún día te pediré que me expliques eso en persona.

    Opino lo mismo que Txema..., "camerera rubia de tan buen ver...y vestimenta sugerente"...y no hay foto!!

    Muy mal esta vez, eh?? jajaja
    Un saludo Joan

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, sí, mi asociación de ideas ha sido muy rápida y poco argumentada, pero sin enrollarme se trata de la estructura y distribución de los espacios en iglesias protestantes y católicas, que tiene una interesante simbología si nos fijamos en la situación de los distintos espacios. Estos aspectos se manifiestan, también, en otro tipo de edificios, habiendo grandes diferencias entre, por ejemplo, edificios públicos o clases universitarias situadas en lugares de tradición católica o protestante.

      Es algo que hubiera pasado por alto toda la vida si no fuera porque tuve la suerte de tener grandes profesores en la facultad de derecho.

      Lo curioso es que no estoy hablando de cerveza quizás por primera vez en el blog, jajaja.

      Respecto a la camarera, ¡sois unos calentorros! jajaj, ¡un abrazo!

      Eliminar
  3. Buenas crónicas de un pedazo señor viaje que te marcaste Joan. Ya tengo ganas yo de visitar Canadá. Fue un destino de viaje que se me ha quedado pendiente. Por cierto, y como no hay dos sin tres, es casi obligado hacer algún comentario sobre la camarera, tal y como la describes. Con una sencilla frase y cómo queda dicho todo. Qué portentosa puede llegar a ser la imaginación! ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Joder JAB, ¿ya casi le has tirado los trastos con sólo una descripción? jajaja. Gracias por el comentario. El viaje era la ilusión de la familia Birraire desde que se formara, y con esfuerzo pudimos llegar para hacerlo memorable :-). ¡Un abrazo labirratorio!

      Eliminar
  4. Jajaja!! Ya he mandado un whatsapp (o como se escriba esa cosa de la que todos hablan) a vuestras correspondientes mujeres para ver si a ellas también les apetece ver la foto de la sugerente camarera... ;). No te me cortes ahora, eh Joanet?? Jajaja!! Que yo también quiero la foto... :P

    En cuanto al post, pues que te voy a decir que no te haya dicho antes... ENVIDIA Y CON MAYÚSCULAS!!! Pero ya sabes qué post espero desde hace siglos... jajaja!!

    Una abraçada!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pau! jajaja, no tuve reparo en su momento a la hora de comentar abiertamente con mi estimada mujer, hablando en plata, lo buena que estaba la susodicha camarera; así que tu Whatsapp no me preocupa ;-).

      "Qui espera desespera" company. Pero como ya te medio-comenté, lo que esperas desde hace siglos tiene unos horribles contrastes...

      Salut!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Hostelería y oficio - con Manuel Baltasar, de Biercab

Innbrew, presente y futuro

Concentración