Cerveza en Canadá (III) - Granite Brewery
Siguiendo con el día del anterior post sobre Canadá, después de la muy buena experiencia en la Mill Street Brewery nos tocaba una tarde de andar bastante. La última parada de la tarde era la Steam Whistle Brewery: cervecera que elabora una sola referencia; una de las que más fácilmente se puede encontrar en bares y restaurantes. Por desgracia, la hora de cerrar del sitio no se ajustaba a nuestros horarios. Una pena, pues aunque no entraba dentro de mis prioridades parece ser que por dentro es curiosa y muy arreglada (aunque su cerveza no es nada del otro mundo). A modo de observación breve, siendo una lager pálida y dada su extendida disponibilidad, la botella verde y todo el buen márketing que tiene detrás, la Steam Whistle se me representó como la Heineken del país de la hoja de arce. Pero centrémonos en lo que toca.
Granite Brewery (GB):
El mismo día por la noche, después de tres días enteros de no parar ni un minuto, llegamos exhaustos al hotel. Desde allí, después de descansar un rato, cogimos el coche por la quilométrica Yonge Street (certificada, en su momento, como la calle más larga del mundo; con permiso de la calle Covadonga de Sabadell, dicho sea de paso**) a fin de no dejar pasar la oportunidad de visitar otro brewpub.
En este caso, Mrs. Birraire había hecho los deberes antes de irnos de casa, y había encontrado esta brewery "perdida" en un punto cero turístico a lo largo de la susodicha Yonge Street. Con esta muestra de amor por parte de mi querida cónyuge, buscando premeditadamente el goce y disfrute de su marido, uno no podía sino ir a cenar a tal sitio sin rechistar.
Así que marchamos para allá. Aparcamos muy cerquita, en la calle, sin problemas para aparcar ni dar una sola vuelta a la manzana. Nos acercamos al local, que contaba con una terracita, una tienda propia (cerrada a aquellas horas) en el local colindante y un cartel lumínico muy llamativo para todo el conjunto, que contrastaba con un interior de luz atenuada, que invitaba a entrar.
Una vez dentro, registré varios monitores de televisión, una larga barra con 10 grifos, muchas mesas en distintos ambientes y poca gente. La sensación fue de que en partidos de hockey hielo éste debía ser el pub de elección de muchos torontenses (o como se les llame a los naturales de Toronto en la lengua de Cervantes), con mucha cerveza propia y un mobiliario cálido y agradable. Después de ponderar nuestras posibilidades, no hubo ninguna duda de que debíamos sentarnos en el agradable "comedor-biblioteca", del que os adjunto esta foto de abajo.
Nos acomodamos y, enseguida, nos vino un camarero para entregarnos las cartas: una de comida y la otra de bebida (especialmente cerveza) y postres. A diferencia de la comida de hacía unas horas en la Mill Street Brewery, esta vez sí pedí una ensalada, pues mi cuerpo no consentía la ingesta de más de una hamburguesa diaria, por rica que estuviera. Fue, de esta manera, que nos pedimos sendas ensaladas, acompañadas cada una, por supuesto, de una cervecita de la Granite Brewery.
Mrs. Birraire optó por la Granite Hazy Daze, una cerveza de trigo más o menos al estilo alemán; de carácter notablemente dulzón, con notas típicas del estilo y un curioso toque de frutos secos. Sabrosa y refrescante, aunque para mi gusto un tanto desequilibrada. Mucho mejor fue mi Granite Hopping Mad, una IPA de lúpulo Cascade bastante esplendorosa, con un toque muy original dado por un dry hop de East Kent Goldings, que rompía con gracia con su marcado acento británico. De mejor nariz que boca, y algo falta de presencia, fue una elección muy sólida, y genial acompañante de mi ensalada griega.
Sin hambre para más, tocaba probar alguna cervecita adicional. Mirando y remirando la carta, decidí atacar una de las seasonals de la Granite. No todos los días uno puede tomarse una Mild de barril (ni de botella, pero vamos), y menos en Ontario; así que le di una oportunidad a esta birra. Resultó ser una cerveza de perfil bastante afrutado, con uva y fruta en almíbar, y sus notas correspondientes de malta asada y un toquecillo ahumado sorprendente y agradable. El carácter inconfundiblemente británico del estilo venía dado por ciertos matices a frutos secos en el trago, y una sensación floral general. Si en algo fallaba esta cerveza era en paladar: previsiblemente poco carbonatada, la cual cosa es genial, se mostraba sin embargo algo aguada y falta de solidez. No obstante, encontrarme una Mild así fuera de mis admiradas islas británicas fue una muy agradable sorpresa.
Mientras tomaba esta rica cerveza, planificamos nuestro siguiente día, con parada especial en una población concreta para visitar su único brewpub. La valoración global de la Granite Brewery fue buena: comida y cerveza correcta, a precios correctos, en un local muy-muy agradable con un servicio atento. Me quedo, especialmente, con el ambiente tranquilo (en un día de verano, sin partido, claro) y acogedor, de los que pide a susurros que saques una obra clásica de literatura anglosajona para leerte unas cuantas páginas mientras observas cada rincón del local, dando sorbos a una buena cervecita.
Sin duda, la Mill Street Brewery había marcado un precedente muy temprano y difícil de superar; y de hecho, su sombra pesaría sobre la de la mayoría de los brewpubs visitados, siendo casi siempre un punto de referencia y comparación en la evaluación de los demás. Pero la GB tuvo también su papel dentro del viaje, y fue una interesante visita que no dudaríamos en repetir (siempre es mucho más interesante adentrarse en cualquier muestra de cultura local, como un brewpub, que en una cadena de fast food; ¿o no?).
P.S. Si no lo digo exploto: los locales con tableros de ajedrez en alguna de sus mesas ganan muchos enteros para un buen aficionado a este fino deporte mental como soy yo.
** Lo de la calle de Sabadell es una broma local, no me hagáis caso.
Granite Brewery (GB):
El mismo día por la noche, después de tres días enteros de no parar ni un minuto, llegamos exhaustos al hotel. Desde allí, después de descansar un rato, cogimos el coche por la quilométrica Yonge Street (certificada, en su momento, como la calle más larga del mundo; con permiso de la calle Covadonga de Sabadell, dicho sea de paso**) a fin de no dejar pasar la oportunidad de visitar otro brewpub.
En este caso, Mrs. Birraire había hecho los deberes antes de irnos de casa, y había encontrado esta brewery "perdida" en un punto cero turístico a lo largo de la susodicha Yonge Street. Con esta muestra de amor por parte de mi querida cónyuge, buscando premeditadamente el goce y disfrute de su marido, uno no podía sino ir a cenar a tal sitio sin rechistar.
Así que marchamos para allá. Aparcamos muy cerquita, en la calle, sin problemas para aparcar ni dar una sola vuelta a la manzana. Nos acercamos al local, que contaba con una terracita, una tienda propia (cerrada a aquellas horas) en el local colindante y un cartel lumínico muy llamativo para todo el conjunto, que contrastaba con un interior de luz atenuada, que invitaba a entrar.
Una vez dentro, registré varios monitores de televisión, una larga barra con 10 grifos, muchas mesas en distintos ambientes y poca gente. La sensación fue de que en partidos de hockey hielo éste debía ser el pub de elección de muchos torontenses (o como se les llame a los naturales de Toronto en la lengua de Cervantes), con mucha cerveza propia y un mobiliario cálido y agradable. Después de ponderar nuestras posibilidades, no hubo ninguna duda de que debíamos sentarnos en el agradable "comedor-biblioteca", del que os adjunto esta foto de abajo.
Nos acomodamos y, enseguida, nos vino un camarero para entregarnos las cartas: una de comida y la otra de bebida (especialmente cerveza) y postres. A diferencia de la comida de hacía unas horas en la Mill Street Brewery, esta vez sí pedí una ensalada, pues mi cuerpo no consentía la ingesta de más de una hamburguesa diaria, por rica que estuviera. Fue, de esta manera, que nos pedimos sendas ensaladas, acompañadas cada una, por supuesto, de una cervecita de la Granite Brewery.
Mrs. Birraire optó por la Granite Hazy Daze, una cerveza de trigo más o menos al estilo alemán; de carácter notablemente dulzón, con notas típicas del estilo y un curioso toque de frutos secos. Sabrosa y refrescante, aunque para mi gusto un tanto desequilibrada. Mucho mejor fue mi Granite Hopping Mad, una IPA de lúpulo Cascade bastante esplendorosa, con un toque muy original dado por un dry hop de East Kent Goldings, que rompía con gracia con su marcado acento británico. De mejor nariz que boca, y algo falta de presencia, fue una elección muy sólida, y genial acompañante de mi ensalada griega.
Sin hambre para más, tocaba probar alguna cervecita adicional. Mirando y remirando la carta, decidí atacar una de las seasonals de la Granite. No todos los días uno puede tomarse una Mild de barril (ni de botella, pero vamos), y menos en Ontario; así que le di una oportunidad a esta birra. Resultó ser una cerveza de perfil bastante afrutado, con uva y fruta en almíbar, y sus notas correspondientes de malta asada y un toquecillo ahumado sorprendente y agradable. El carácter inconfundiblemente británico del estilo venía dado por ciertos matices a frutos secos en el trago, y una sensación floral general. Si en algo fallaba esta cerveza era en paladar: previsiblemente poco carbonatada, la cual cosa es genial, se mostraba sin embargo algo aguada y falta de solidez. No obstante, encontrarme una Mild así fuera de mis admiradas islas británicas fue una muy agradable sorpresa.
Mientras tomaba esta rica cerveza, planificamos nuestro siguiente día, con parada especial en una población concreta para visitar su único brewpub. La valoración global de la Granite Brewery fue buena: comida y cerveza correcta, a precios correctos, en un local muy-muy agradable con un servicio atento. Me quedo, especialmente, con el ambiente tranquilo (en un día de verano, sin partido, claro) y acogedor, de los que pide a susurros que saques una obra clásica de literatura anglosajona para leerte unas cuantas páginas mientras observas cada rincón del local, dando sorbos a una buena cervecita.
Sin duda, la Mill Street Brewery había marcado un precedente muy temprano y difícil de superar; y de hecho, su sombra pesaría sobre la de la mayoría de los brewpubs visitados, siendo casi siempre un punto de referencia y comparación en la evaluación de los demás. Pero la GB tuvo también su papel dentro del viaje, y fue una interesante visita que no dudaríamos en repetir (siempre es mucho más interesante adentrarse en cualquier muestra de cultura local, como un brewpub, que en una cadena de fast food; ¿o no?).
P.S. Si no lo digo exploto: los locales con tableros de ajedrez en alguna de sus mesas ganan muchos enteros para un buen aficionado a este fino deporte mental como soy yo.
** Lo de la calle de Sabadell es una broma local, no me hagáis caso.
¡Qué auténtica pasada el comedor-biblioteca! Ahí pueden pasar las horas con algún buen libro en una mano y la otra mano ocupada en una buena cerveza ;).
ResponderEliminarComo curiosidad, ¿cuánto costaban más o menos las cervezas tanto en este pub como en general?
Por cierto, empiezo a impacientarme por el post de cierto pub muy reconocido que me comentaste que también visitaste... Creo que ya sabes a cual me refiero...jejeje!!
Buen post Joan! Salut!
Gràcies Pau!
EliminarPues sí, el comedor-biblioteca era súper agradable. Y la combinación libro-birra, al menos a mí, siempre me aporta mucho :-).
Lo de los precios te lo respondo cuando tenga los tiquets que guardo en mano.
Y respecto al cierto pub reconocido... jaja, ¡tendrás que esperarte hasta el penúltimo post! El orden es cronológico, no para joder al personal :-P. Pero bueno, hay cosillas interesantes mientras no lleguemos.
Salut i una abraçada!