De paseo por la capital de los Países Bajos... (parte II)


Amaneciendo en la otra ciudad de los canales...
El sábado era el día fuerte de la escapada por Amsterdam, cervecísticamente hablando. Si no fuera porque soy una persona responsable, diligente y dedicada cuando toca dormir, podría haber pasado fácilmente la noche en blanco pensando en lo que me esperaba. Desayunando tranquilamente por la mañana, poco podía imaginarme, aún así, el par de chascos que me llevaría.

El día empezó sin cerveza, con una muy interesante visita a la casa de Anne Frank, seguida de unos paseos por barrios e iglesias de la zona noroeste de la ciudad. Después bajamos a la zona más céntrica, gozando de un mejor día que no el anterior (¡a ratos teníamos hasta sol!); no es que nos hiciera un frío extremo, pero la ventisca que sopla incesantemente en la capital neerlandesa te llega a los huesos si no vas prevenido. Una vez allí, pudimos ver el bonito Begijnhof (beaterio) y, saliendo, nos dirigimos al restaurante elegido para nuestro almuerzo, el Haesje Claes.

Haesje Claes. El sitio es precioso, y se come muy bien
Como en el caso del día anterior, escogimos un restaurante de comida tradicional local. Esta vez, aunque realmente apetecía volver a comer otro delicioso y cálido Hutspot (para así, también, poder comparar ambos restaurantes), variamos y pedimos un fantástico solomillo de ternera con champiñones (súper sabrosos y naturales) y salsa Bearnaise (una especie de mahonesa suave y acebollada, bastante líquida, emulsionada con huevo y mantequilla). Para beber, me gustó comprobar que había carta de bebidas, y que en ella tenían varias cervezas.

El camarero, un venezolano bastante majete, al traerme la carta me indicó lo siguiente, señalando un grupo de cervezas: "estas cervezas son así como casi orgánicas". Concretamente me indicaba las que tenían de Brouwerij 't Ij y las de Brouwerij De Prael. Suerte que iba con la lección aprendida y sabía de buena mano que, directamente, eran orgánicas, porque el "así como casi" podría haberme hecho sospechar cosas raras. Dado que la fábrica de Het Ij sería la visita de la tarde, opté por probar todo el surtido que tenían de De Prael.

Nah...
Empecé con la de trigo para mi mujer (que, sin no antes advertirme de que no me pasara con mis sorbos, me dejó degustar amablemente), la De Prael Heintje. Se trata de una Witbier de aroma muy fresco y natural; más intensa en nariz que en boca. El paladar pinchaba, siendo de cuerpo más bien ligero y algo aguada. Ligera y refrescante, podría mejorarse a mi parecer. Otra cerveza ecológica más para alimentar las bocas críticas con este tipo de cervezas.

Correcta.
La siguiente fue una De Prael Johnny, presentada como Kölsch en su envase. De nariz suave pero agradable, con toques cítricos, de melocotón dulce, paja y un toquecito de levadura y lúpulo. En boca ganaba intensidad, consiguiendo además un agradable paladar, bastante superior al de su hermana Heintje. Una cerveza que, sin levantar pasiones, bajó placenteramente, con suma facilidad, y que además acompañó de maravilla la fresca ensalada verde que pedimos de entrante.

¡Original!
Finalmente, la más contundente de las tres llegaba con el nombre de Mary. Esta cerveza merece un hurra a la originalidad, aportando nuevas sensaciones y matices dentro de su estilo con su particular paladar, que resulta muy curioso al empezar y que engancha cuando la copa va por la mitad. Se trata de una Tripel muy afrutada tanto en nariz como en boca, con notas de melocotón evidentes, pero también de fresa, pera y algo de cítricos. Levadura, toques especiados y suaves pero notorios lúpulos herbales completan un abanico de aromas y sabores que vienen acompañados de un muy buen cuerpo y una densidad y sensación en boca extrañamente parecida a la del zumo de melocotón.

Sólo con la De Prael Mary me habría quedado contento ya ese día; aunque mis cervezas insignia son más bien clasiconas, me gusta mucho encontrar (y probar, lógicamente) este tipo de birras que han sido creadas para desafiar la convencionalidad y aportar algo nuevo. Una cerveza para la polémica, de las que nos dividen entre los que nos encanta y los que no le ven la gracia por ningún lado. 

Lo que queda de la Cracked Ketlle.

Después de esta buena sesión gastronómica en Haesje Claes, tocaba una tarde de devoción a la cerveza, empezando por una visita a la mítica tienda The Cracked Kettle (famosa en internet por una polémica con la venta de Westvleteren a través de su tienda online) y la esperada visita a la Brouwerij 't Ij. ¿Verdad que  antes os hablaba de un par de chascos? Pues aquí llegaron ambos, cogiditos de la mano. The Cracked Kettle ya no existe. Después de recorrer 10 veces los 50 metros de callecita donde debía encontrarse, mi mujer vio un cartelito de cerveza detrás de los cristales empapelados de en un local abandonado.

Una fachada de lujo.
Tuve una desilusión importante, pero me quedaba una tienda a priori más interesante en la recámara, y además dentro de nada estaría visitando la "micro del molino" de Amsterdam. Sin embargo, después de un camino nada despreciable en distancia, nos plantamos al precioso local de Het Ij, y pedí a uno de los chicos de la barra tiques para el tour de visita. Con previsión me había encargado de confirmar días y horas de visita por correo electrónico, no fiándome de una información algo confusa en la página web. El chico, a parte de bastante mal educado, parecía no estar bien informado o, al menos, sin ganas de atendernos, pues nos indicó que las visitas eran sólo los viernes y los domingos. Después de buscar mi correo de confirmación y enseñárselo a otro chico (con un grado de amabilidad notable, y más después del otro capullín), me comentó que sí había visitas, pero que para ese día ya estaban completas (¡y eso que llegamos con una hora de antelación!). Ya sabía que no reservaban, pero no me esperaba tanta demanda, sinceramente.

Pizarra con sus cervezas, y parte de las
muchas botellas que había en las
estanterías.
Todo esto dolió, y más teniendo en cuenta que en la visita se podían probar todas las variedades básicas que producen a un módico precio. Por un momento me vi marchándome cabreadísimo del sitio, sin mirar atrás y desterrando la marca del avestruz de mi vida cervecera para siempre. Después de unos momentos de reflexión, aún así, mi mujer me indicó que había un pack de 6 cervezas a 9,5€... así que salí un poco menos dolido con mi pack bajo el brazo, que además del precio tenía la clara ventaja de proteger bien las botellas en vistas al viaje de vuelta.

Respecto al local, destaca su imponente exterior, con un molino auténtico (el único que queda en la parte más céntrica de Amsterdam). Disponen, asimismo, de un beer garden delante del local, muy agradable y concurrido por amsterdamers que aprovechaban el solecito y disfrutaban de su vida social.
  
Dentro, un no parar de servir más y más cerveza de barril a sólo 2€ (si una cosa me sorprendió en general de Amsterdam es el bajo precio de la cerveza). La decoración bastante simple pero atractiva para los amantes del coleccionismo, con estanterías llenas de botellas antiguas (algunas auténticas joyas) de cervezas de todo el mundo (vi unas cuantas San Miguel con más experiencia que uno en esta vida). Detrás de la barra se intuía, a través de un discreto cristal, toda la maquinaria responsable de aquel líquido que no cesaba de fluir de los tiradores.

Sirven, además, multitud de snacks, y hasta un queso orgánico de oveja producido en una granja de las afueras de Amsterdam. No lo probé porque aún tenía la comida muy reciente, pero me habría gustado. La curiosidad es que, semana a semana, el granjero que produce este queso se lleva las sobras de malta utilizada para que sus ovejas se alimenten de éstas.

En conclusión, que dejando de lado al camarero inútil, sin duda se trata de un sitio al que iría con frecuencia si lo tuviera cerca.

Este navideño pack me devolvió la ilusión... En la foto
las botellas en casa, a salvo después del viaje.

 (Y aquí voy a tener que cortar, porque aún falta lo bueno y ya me he enrollado un rato... ¡la tarde-noche de sábado en la parte III de esta serie de posts!).

Puedes ver las demás entregas de esta serie en los siguientes enlaces:

De paseo por la capital de los Países Bajos (parte I)

Comentarios

  1. Enfrente de la tienda del Cracked Kettle está el pub... no fuistes? o estaba cerrado a esas horas?

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  2. Vi que había un pub con buena pinta delante, bajo un nombre que no puedo recordar ahora. No entramos ya que sólo queríamos hacer parada técnica para comprar botellas "para casa" antes de passar por 't Ij :-)

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  3. Buahhh!! Qué chasco lo de la tienda... Me imagino en tu lugar y se me nubla el pensamiento...

    Sobre t'Ij, me gustan mucho algunas de sus cervezas pero puedo hacerme una idea de como se pueden caer ciertos mitos al encontrarte con un tiparraco como ese.. Al menos el pack para casa lo compensa en parte, no? Jeje!

    Muy buena entrada, ya tengo ganas de la tercera!

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  4. Terrible, apocalíptico (entonación Pedro Piqueras).

    Por suerte había alternativas, no como en el caso de la 't Ij. El tiparraco espero olvidarlo una vez las haya degustado todas correctamente (además el pack dará para un post completito de la Brouwerij :-).

    Es una pena, pero hay gente muy subidita también en este mundo nuestro, y no precisamente de alcohol o lúpulos.

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  5. Querido amigo, la cerveza, como otras cosas que se ponen de moda (porque nos guste o no, en este momento la cerveza se encuentra en la cresta de una ola...), aglomera a todo tipo de gentes, entre ellos "personajes terribles y apocalípticos" (me ha molado eso de Pedro P., jejejeje!).

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