La primera semana de abril tenía dos citas marcadas en rojo en el calendario cervecero, con la celebración de la segunda edición de la feria profesional Innbrew , y la primera edición de un evento muy prometedor, el Rustic & Wild. Centrémonos, por hoy, en la primera de las dos. En su segundo año, este evento B2B tenía el reto de consolidarse como cita recurrente, después de una primera edición que sirvió para ver que existía potencial para una feria sectorial de estas características, pero que, aún en plena pandemia, se convirtió más en un reencuentro que en una feria profesional plenamente funcional. En este sentido resumo, a continuación, una serie de pensamientos rápidos que me suscitó el seguimiento que pude hacer del mismo, tanto en remoto como presencialmente:
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