Cerveza en Canadá (IV) - Kingston Brewing Company
Sigamos con la ruta de brewpubs más-o-menos-improvisada que nos marcamos en nuestro viaje por Ontario y Quebec. Después de pasar tres días alojados en Toronto, empezaba la racha de no pasar más de dos noches en el mismo sitio, y que duraría ya hasta el final de nuestra aventura por tierras canadienses.
El cuarto día tenía un objetivo básico: cubrir los cerca de 500kms que separan la ciudad con más población del país (Toronto) de la capital (Ottawa). Pero pegarse de golpe ese puñado de quilómetros no parecía la mejor manera de pasar un día de vacaciones, así que habíamos trazado de antemano algunas paradas estratégicas con cierto interés paisajístico o cultural.
Thousand Islands era nuestro destino natural para justo después de comer, pero antes pasamos por la población de Kingston: una ciudad que parece más pequeña de lo que es, y que por un corto periodo de tiempo fue la primera capital de la Provincia de Canadá (simplificando, Ontario + Quebec) en la época colonial británica.
Después de visitar el City Hall, que en su momento fue el primer Parlamento constituido en el territorio que en el futuro se convertiría en Canadá tal como lo conocemos hoy en día, tocaba una avituallamiento sólido y líquido en la que, para nosotros, fue la mayor atracción de la ciudad: la Kingston Brewing Company.
Kingston Brewing Company (KBC)
Al plantarnos delante, lo primero que vimos fue la llamativa furgoneta roja de la microcervecera ontariense, que estaba aparcada a unos metros de la entrada, y que nos informaba de que nos encontrábamos en casa de la Dragon's Breath Ale (Ale Aliento de Dragón), la cerveza más reputada de la KBC.
La fachada del local nos gustó mucho: florecida, con banderas canadienses, un bonito porche cubierto con toldo y mesitas para aprovechar el buen tiempo. El edificio, del siglo XIX, había sido antiguamente una oficina de correos, y conserva las bóvedas originales. Apetecía entrar dentro, y más porque ya habíamos podido fisgonear un poco por internet acerca de este colorido brewpub.
Al entrar, a parte de detectar varias zonas distintas de mesas y una barra a lo lejos, nos inundó la vista el montón de detalles y detallitos que decoraban paredes y techo: un montón de objetos de breweriana en perfecto estado de conservación; todo apretado pero bien colocado, y repartido con gusto. Asimismo, podían distinguirse algunos cuadros, manteles o objetos variados con el simpático y famoso dragón del aliento tomándose birra.
La amable camarera nos sentó en una mesa y nos trajo las cartas; muy cachondas, por cierto: llenas de dibujitos, chistecillos y frases para animar a los clientes a leerla entera. Después de disfrutar de estos pequeños detalles, que nosotros apreciamos un montón, pedimos nuestros víveres: otra hamburguesa para mí; un bocadillo de carne para Mrs. Birraire. Cerveceramente, yo por supuesto aposté por la Dragon's Breath Ale; aunque había dos variantes: una de producida en la conocida Brasserie McAuslan de Montreal (básicamente, para satisfacer la demanda) y otra, en versión cask, producida en las mismas instalaciones de la KBC. Pensé que un buen ejercicio sería probarlas las dos y comparar; y así lo hice, empezando por la de McAuslan. Por su parte, mi estimada esposa escogió la Framboise Royal, una lager con frambuesa refrescante y agradable; algo jarabosa de nariz, y en menor parte en boca. Con poca historia, pero muy fácilmente bebible.
Las Dragon's Breath (Pale) Ale acompañaron de manera muy digna la deliciosa hamburguesa que me había pedido junto a una Caesar's Salad. Sin duda, la comida en la Kingston tenía un punto más casero que, anteriormente, en la Mill Street Brewery y la Granite Brewery. La carne tenía un sabor más intenso; el pan era tierno y esponjoso; la ensalada, una Caesar por encima de la media. ¿Y las birras?
Pues la versión McAuslan y la Cask fueron, para mi gusto, dignas rivales la una de la otra; aunque su aspecto era mejorable, podría decantarme por poco por la primera. Ambas presentaban notas de melocotón y, en menor medida, de naranja y, quizás de mango; con una base maltosa y toques herbáceos. En nariz, la versión cask era más intensa y fresca, pero en boca la "contracted" (como ellos la llamaban) ganaba enteros, con un perfil bien definido de fruta y una lupulización con ciertos matices europeos que presentaba un equilibrio mayor al de su prima-hermana. La Cask era de carbonatación muy plana; la McAuslan de burbuja fina, ni viva ni apagada, ideal para la hamburguesa con su carácter resinoso.
El ambiente era relajado, tranquilo; agradable. La Real Ale me la tomé muy a gusto, en este contexto, mientras acabábamos de repasar los próximos pasos a seguir con Mrs. Birraire. Antes de irnos, hice un tour por las instalaciones, a fin de observar todos los detalles posibles. La lástima es que no pude acceder ni a la zona de maquinaria ni al patio interior que, según había leído, era delicioso para tomar unas cuantas en verano. Sin duda, cualquiera de las dos que escogí aquel día habrían dado para una buena sesión al aire libre; pero nos quedaba viaje por delante, y procedimos a pagar (una cantidad razonable de dinero) y retomar nuestra ruta.
Y así nos despedimos de la cerveza en Ontario. Quebec nos deparaba nuevas y gratas sorpresas.
Salut i birra!
P.S. En una de las imágenes interiores, se puede apreciar un detalle que me hizo recordar, como si fuera necesario, que al cabo de tres semanas estaría "bañándome" en cerveza en un festival CAMRA concreto...
El cuarto día tenía un objetivo básico: cubrir los cerca de 500kms que separan la ciudad con más población del país (Toronto) de la capital (Ottawa). Pero pegarse de golpe ese puñado de quilómetros no parecía la mejor manera de pasar un día de vacaciones, así que habíamos trazado de antemano algunas paradas estratégicas con cierto interés paisajístico o cultural.
Thousand Islands era nuestro destino natural para justo después de comer, pero antes pasamos por la población de Kingston: una ciudad que parece más pequeña de lo que es, y que por un corto periodo de tiempo fue la primera capital de la Provincia de Canadá (simplificando, Ontario + Quebec) en la época colonial británica.
Después de visitar el City Hall, que en su momento fue el primer Parlamento constituido en el territorio que en el futuro se convertiría en Canadá tal como lo conocemos hoy en día, tocaba una avituallamiento sólido y líquido en la que, para nosotros, fue la mayor atracción de la ciudad: la Kingston Brewing Company.
Kingston Brewing Company (KBC)
Al plantarnos delante, lo primero que vimos fue la llamativa furgoneta roja de la microcervecera ontariense, que estaba aparcada a unos metros de la entrada, y que nos informaba de que nos encontrábamos en casa de la Dragon's Breath Ale (Ale Aliento de Dragón), la cerveza más reputada de la KBC.
La fachada del local nos gustó mucho: florecida, con banderas canadienses, un bonito porche cubierto con toldo y mesitas para aprovechar el buen tiempo. El edificio, del siglo XIX, había sido antiguamente una oficina de correos, y conserva las bóvedas originales. Apetecía entrar dentro, y más porque ya habíamos podido fisgonear un poco por internet acerca de este colorido brewpub.
Al entrar, a parte de detectar varias zonas distintas de mesas y una barra a lo lejos, nos inundó la vista el montón de detalles y detallitos que decoraban paredes y techo: un montón de objetos de breweriana en perfecto estado de conservación; todo apretado pero bien colocado, y repartido con gusto. Asimismo, podían distinguirse algunos cuadros, manteles o objetos variados con el simpático y famoso dragón del aliento tomándose birra.
La amable camarera nos sentó en una mesa y nos trajo las cartas; muy cachondas, por cierto: llenas de dibujitos, chistecillos y frases para animar a los clientes a leerla entera. Después de disfrutar de estos pequeños detalles, que nosotros apreciamos un montón, pedimos nuestros víveres: otra hamburguesa para mí; un bocadillo de carne para Mrs. Birraire. Cerveceramente, yo por supuesto aposté por la Dragon's Breath Ale; aunque había dos variantes: una de producida en la conocida Brasserie McAuslan de Montreal (básicamente, para satisfacer la demanda) y otra, en versión cask, producida en las mismas instalaciones de la KBC. Pensé que un buen ejercicio sería probarlas las dos y comparar; y así lo hice, empezando por la de McAuslan. Por su parte, mi estimada esposa escogió la Framboise Royal, una lager con frambuesa refrescante y agradable; algo jarabosa de nariz, y en menor parte en boca. Con poca historia, pero muy fácilmente bebible.
Las Dragon's Breath (Pale) Ale acompañaron de manera muy digna la deliciosa hamburguesa que me había pedido junto a una Caesar's Salad. Sin duda, la comida en la Kingston tenía un punto más casero que, anteriormente, en la Mill Street Brewery y la Granite Brewery. La carne tenía un sabor más intenso; el pan era tierno y esponjoso; la ensalada, una Caesar por encima de la media. ¿Y las birras?
Pues la versión McAuslan y la Cask fueron, para mi gusto, dignas rivales la una de la otra; aunque su aspecto era mejorable, podría decantarme por poco por la primera. Ambas presentaban notas de melocotón y, en menor medida, de naranja y, quizás de mango; con una base maltosa y toques herbáceos. En nariz, la versión cask era más intensa y fresca, pero en boca la "contracted" (como ellos la llamaban) ganaba enteros, con un perfil bien definido de fruta y una lupulización con ciertos matices europeos que presentaba un equilibrio mayor al de su prima-hermana. La Cask era de carbonatación muy plana; la McAuslan de burbuja fina, ni viva ni apagada, ideal para la hamburguesa con su carácter resinoso.
El ambiente era relajado, tranquilo; agradable. La Real Ale me la tomé muy a gusto, en este contexto, mientras acabábamos de repasar los próximos pasos a seguir con Mrs. Birraire. Antes de irnos, hice un tour por las instalaciones, a fin de observar todos los detalles posibles. La lástima es que no pude acceder ni a la zona de maquinaria ni al patio interior que, según había leído, era delicioso para tomar unas cuantas en verano. Sin duda, cualquiera de las dos que escogí aquel día habrían dado para una buena sesión al aire libre; pero nos quedaba viaje por delante, y procedimos a pagar (una cantidad razonable de dinero) y retomar nuestra ruta.
Y así nos despedimos de la cerveza en Ontario. Quebec nos deparaba nuevas y gratas sorpresas.
Salut i birra!
P.S. En una de las imágenes interiores, se puede apreciar un detalle que me hizo recordar, como si fuera necesario, que al cabo de tres semanas estaría "bañándome" en cerveza en un festival CAMRA concreto...
Qué chulada de decoración! Y en cuanto a comida, con la descripción me has hecho salivar, jejeje!! Un detalle, ¿te encontraste con otra cervecera cuyo nombre fuera Mc Auslan Brewing? Es que he comprobado mi colección y tengo unas cuantas etiquetas elaboradas por esa y no se si tiene algo que ver con esta cervecera que comentas hoy (en las etiquetas no aparece Kingston por ninguna parte).
ResponderEliminarUna abraçada, Joan!
P.D. "Quebec nos deparaba nuevas y gratas sorpresas"... a lo que añadiría: "que generarían algo más de ansiedad entre alguno de los lectores". Ya sabes el porqué... ;)
¡Buenas Pau! El sitio realmente precioso; una buena parada de camino a Ottawa, sin duda.
EliminarSí, la Brasserie McAuslan es la McAuslan Brewery; depende del idioma que se utilice. Pero al ser de Quebec opté por el nombre francés.
Como ya te avancé en el Drunk, aquello que te provoca ansiedad es un caso digno de estudio de contrastes entre buenas y malas sensaciones :-P. Y aquí lo dejo, ¡que no quiero hacer un spoiler del último post de brewpubs!
Salut!