2do #FFdA - Mis cervezas... (parte 1/2)
Fin de semana muy intenso, aunque agradable; con muchas actividades y responsabilidades para sólo dos días y medio. Por suerte, había una celebración importante que no podía desatender, y que ha propiciado que me pudiera tomar el finde de manera mucho más relajada y placentera. Como gran amante de fiestas y saraos diversos, uno se sentía obligado a disfrutar de una segunda edición del Finde Fondo de Armario (#FFdA) por todo lo alto, y más recordando que en la primera ocasión me visitó uno de los antagonistas de la educativa serie de "Érase una vez el cuerpo humano".
No acababa de tener clarísimo qué iba a tomar: había algunas referencias claras, aunque alguna de ellas finalmente cayó de la convocatoria. Otras, contrariamente, se erigieron como cervezas definitivas sobre la marcha después de que, literalmente, introdujera mi cabeza hasta la parte más profunda del fondo del armario (FdA). Para los escépticos, estoy a vuestra disposición para demostraros de que mi cabezón entra allí.
El hecho es que en el post del viernes, en que di el pistoletazo de salida al 2do #FFdA, apunté que había ciertas cervezas que hacían un cameo, y que podríais encontrar en el caso de que os releyerais el post. Hubo quien apuntó alguna cerveza que había escrito de manera nominal durante el post (la WVXII), pero no se trataba de esa. La trampa estaba en seleccionar todo el texto con el cursor, y comprobar que hay ciertas iniciales al final de los primeros párrafos que dan pistas más que suficientes. Una patillada más; no tengo control.
Sin más dilación, me dispongo a repasar las cervecitas que me he apretado en este segundo Finde Fondo de Armario.
2do #FFdA - Cerveza #1:
Pues bien, a fin de cerrar bien una semana laboral en la que mi cuerpo me había manifestado de varias maneras que necesitaba un break de magnitud, pensé que lo ideal sería estrenar el 2do #FFdA en aquel gran momento del viernes en que, por fin, dejo que mi peso corporal repose en la semi-rígida estructura del trocito de sofà que tengo en régimen de propiedad; intransferible a todos los efectos. Ese buen momento cabía acompañarlo de una cerveza que ayudara a relajarme: de sorbo, no de trago; intensa, y un poco alcohólica.
Paralelamente, mi mano me transmitió que no estaba por la labor de sujetar un snifter; ni tan sólo una tulipa o cáliz. Me pedía, explícitamente, ese recipiente tan criticado por anti-estético, pero que a mí personalmente tanto me gusta: el vaso de pinta nonick. Con todo este condicionamiento, en mi Fondo de Armario sólo quedaban dos posibles referencias, una de las cuales tenía prevista para la ocasión; la otra, contrariamente, tengo intención de darle un poco más de reposo.
Así fue como fui a por una Yeti de Great Divide, esa Imperial Stout que en nuestro entorno cervecero ya hemos empezado a añorar ante el cierre de grifo a la exportación de la cervecera de Denver; aunque quedan algunas pocas referencias disponibles en ciertas tiendas, dicho sea de paso. Pero las Yeti me las he tomado a pares en más de una ocasión; ¿era la inminente escasez de esta referencia suficiente para que esta cerveza se encontrara en mi Fondo de Armario? Bien, el hecho es que mi cervecita tenía la particularidad de ser una de esas versiones especiales, concretamente la Yeti Chocolate Oak Aged (YCOA).
Pude hacerme con ella, si no recuerdo mal, un pelín antes del primer #FFdA; en marzo o abril. Entré, como de costumbre por aquel entonces, un lunes a las ocho y pico de la tarde-noche en Cervezorama (Madrid) a fin de hacer un poco de provisión cervecera para mis aventuras y desventuras madrileñas. Sorteada la columna de enmedio, mis ojos quedaron fijados en la majestuosa botella de 66cl., coronada con una "capucha" plateada, con una etiqueta de color gris muy sugerente. El precio era elevado, pero hay cervezas que merecen una inversión adicional. La YCOA demostró, durante este pasado #FFdA, que es una de ellas.
Capucha y chapa fuera. Antes de verter, Mrs. Birraire exclamó desde su también-intransferible otra mitad de sofá que podía oler la barbaridad de birra que tenía entre las manos. Si sólo destapada ya tenía un aroma tan intenso, os aseguro que no se han inventado aún palabras para describir la implacable intensidad aromática de este señor birrote una vez en el vaso.
Me llamó la atención, inicialmente, un punto muy subido de vainilla, propio de muchas cervezas envejecidas con madera roble francés (chips, en el caso de la YCOA). A continuación, lo que uno se esperaba: chocolate a tutiplén, maltas asadas y tostadas, leves notas a madera y levadura. Pero también aparecieron matices a café americano, dátiles, especias suaves, fruta caramelizada y lúpulo americano, en la distancia.
En boca era una explosión de sabor; un espectáculo de pirotecnia para las papilas gustativas. De intensidad redoblada por el alcohol y por las, ahora sí, notables notas de especias (por algún lado debía notarse la utilización de pimiento cayenne), especialmente en el retrogusto, al trago. No obstante, el final era meloso y dulce, sin picores ni estridencias; con un punto de sequedad muy bien controlado. Todo lo que contenía ese petrolífero líquido de abundante espuma mulata cabalgaba de manera acompasada y homogénea, para goce de mis sentidos. ¿Cómo una cerveza, a priori, tan extrema podía contener esa gran dosis de armonía y equilibrio?
Total, que la Yeti Chocolate Oak Aged colmó mis expectativas. Se trata de la mejor Imperial Stout americana que he tomado hasta la fecha (o, al menos, eso me parece recordar). Fue, seguramente, la mejor manera que tenía disponible para empezar este segundo #FFdA, dado el momento del día y el cansancio acumulado. Un premio excepcional; una cerveza que es una verdadera lástima no poder tomar a menudo.
2do #FFdA - Cerveza #2:
Sábado. Unas horas de descanso merecidas para separarlo de un frenético viernes. Por la mañana, paseé tranquilamente por el monte, en compañía de mi querida esposa. A continuación, nos fuimos a comprar algunos víveres y nos plantamos, de nuevo, en casa. Se acercaba el mediodía, y yo ya hacía rato que maquinaba cuál sería mi siguiente víctima ffdaera.
Decidí bajar a la bodeguita a hacer una diligente inspección. En los últimos meses, mi esfuerzo ha contribuido a reducir el número de referencias (soy un mártir), que empezaba a ser excesivo. Gracias a ello, pude llegar a observar todas las botellas sin tener que quitar capas y capas: un proceso delicado y que, por qué no confesarlo, me da un pelín de pereza. Es así como vi la que podía ser una de las cervezas más originales para sacar del Fondo de Armario (pero del fondo-fondo): la Vivat Triple de la Abbaye du Cateau.
Su nombre viene de una tradición del norte de Francia, llamada "vivat flamand". Se trata de honorar a ciertas personas en las celebraciones, especialmente bodas, cantando una canción mitad en francés mitad en latín, mientras alguien sujeta una toalla encima de la cabeza de los homenajeados y otra persona vierte champán sobre dicha toalla. Curioso; y divertido. Por su parte, las características de la cerveza apuntaban a una birra tan singular como la propia tradición: con una primera fermentación en cubas abiertas, y una refermentación en botella con un tipo distinto de levadura.
La temperatura que estos días ofrece mi bodeguita me permitió no tener que refrigerar la botella (ni ésta ni ninguna de las otras, de hecho), cosa que gracias al material del que estaba fabricada (cerámica) acentuó de principio a fin un punto natural y agradable de frescor. La condenada pesaba como una magnum, contando "sólo" con 50cl de cerveza; pero la presentación, con tapón de corcho incluído, era de lo más pintoresca y apetitosa. Algo que, por desgracia, temía no se vería traducido en el líquido fermentado que contenía.
Y me equivoqué. Justo al tirarla en una copa de cáliz empecé a darme cuenta de que esta cerveza francesa, que había adquirido en mi última escapada a Andorra (en un súper, sin más), daría más que hablar de lo que uno había estimado. De aspecto majestuoso, con sus tonos dorados intensos, su claridad y su gran espuma, suave y esponjosa, pedía a mis ojos todo el protagonismo que mis escépticas expectativas le habían quitado. Mientras la retrataba, empezó a desprender un aroma delicioso, clásico de Tripel belga, con notas de lúpulo aromáticas, un grado de alcohol notorio pero bien integrado y especias. Al acercar la nariz, pude oler naranja, levadura y, levemente, caramelo.
En boca, la Vivat, siguió mostrando sus encantos con una entrada frutal delicada, y un final muy bien balanceado, algo alcohólico, especiado y con un original retrogusto a uva moscatel, que me sorprendió a la par que me obsequió con un gran momento organoléptico. Dulce, moderadamente amarga y con un punto de acidez, en el paladar se desenvolvía con soltura, siendo su cuerpo generoso y agradable. Equilibradísima y sabrosa; una cerveza a medio camino entre una Tripel y una Bière de Garde, que era para sacarse el sombrero. Recordaba, relativamente, a una versión especiada de la Duvel.
En definitiva, que por lo que me costó (recuerdo unos 2,5€, aproximadamente) en mi próxima visita al País dels Pirineus me bajo unas cuantas fijo. Recomiendo esta singular cerveza a quien pueda hacerse con ella, pues alegra el paladar y ofrece nuevas sensaciones respecto a otras referencias que, a priori, son similares.
Destacar que pude acompañarla, a modo de aperitivo, de un delicioso bull blanc (un embutido catalán que agota calificativos positivos en Can Birraire) hecho en mi pueblo; y la combinación fue más que placentera para mi cuerpo, en aquellas gloriosas horas de sábado.
2do #FFdA - Cerveza #3:
El listón había quedado muy arriba. Llevaba dos cervezas en el global del evento, y la que en aquellos momentos sospechaba que marcaría el ecuador de mi #FFdA tenía todos los números para dejar el pabellón por todo lo alto también. De hecho, hacía ya mucho tiempo que me guiñaba el ojito desde que la adquiriera de un amiguete que se trajo una cajita entera de Estados Unidos.
Hasta la fecha, se me habían resistido las cervezas de Sam Calagione, cervecero de la Dogfish Head Brewery. Sólo había tenido oportunidad de probar una rica colaboración con Birra del Borgo, la My Antonia (una Imperial Lager lupulizada hasta la saciedad). Pero cuando me hice con la 90 Minute Imperial IPA (90MII) sabía que estaba invirtiendo en felicidad futura, ya que suponía que todo el reconocimiento con el que cuenta el mediático cervecero de Discovery Channel y su imponente gama de peces gato no eran en vano. Y, a diferencia de mi juicio anterior, esta vez no me equivocaba.
La cervecera de Milton (Delaware) es conocida por sus cervezas extremas y rompedoras, con recetas desafiantes e ingredientes poco convencionales. De sus 8 referencias fijas, la 90MII es quizás la más popular y reconocida. De hecho, fue esta cerveza la que introdujo el concepto de continuous-hopping (lupulización continuada), a partir del cual nacieron también su hermana pequeña 60 Minute IPA, y otras referencias ocasionales como la 75 Minute IPA (un blend de la 60M y la 90M añejadas) o la 120 Minute IPA.
En definitiva, que me dispuse a atacar esta esperada cerveza de 9,0 ABV y 90 IBUs, que cuenta con un tapón corona muy atractivo, dicho sea de paso. De nuevo, como con la primera cerveza del Finde FdA, desde la misma botella salía un aroma que no entendía el término moderación, con una ráfaga de lúpulo americano que amenazaba con empañar los cristales de las ventanas. Y una vez vertida en mi querida pinta Nonick, oh my god, Sam, empecé a pensar que sólo un loco podía haber ideado una IPA de estas características: de intensidad descomunal, gracias en parte a la presencia alcohólica, con evidentes notas a pino y pomelo, pero también a manzana, naranja caramelizada y bizcocho. Suaves toques a pera y uva completaban una nariz que no dejaba las cosas al azar.
Aposté por probarla, y después de varios sorbos vi que la cerveza estaba rozando aquello que, interiormente, entiendo como perfección cervecera... ¡pero no llegaba! Será el viaje, mi botella o mis gustos en conjunción a la alineación astral y otras circunstancias cósmicas, pero si bien la 90MII me pareció soberbia, personalmente habría agradecido un mayor equilibrio de sus matices alcohólicos en boca. Repito: me encantó. No quiero parecer un snob criticando cervezas reputadas; lo soy por muchos otros motivos, pero no por este. Tiene casi mención máxima en mis notas personales, ¿os vale ahora? Si no puedo convenceros ni así, no sé que más contaros.
Bueno sí, que la 90MII se reveló como una sólida IPA doble americana, y que dejó el nivel cervecero, si cabe, más alto de lo que iba siendo hasta esa tarde de sábado; a la mitad del #FFdA. Acompañó, además, la sesión clasificatoria del GP de Interlagos de Fórmula 1 de manera magistral, con su lúpulo e intensidad añadiendo emoción al evento deportivo.
Mis expectativas eran altas, y si bien la cerveza me ha dejado una muy grata impresión, es cierto que esperaba algo a la altura de alguna Alesmith o Stone que he podido probar. Más tarde, con mi Nonick ya limpia para futuras consumiciones, leí que se aconsejaba tomar esta cerveza en un Snifter. Una vez degustada, pienso que probablemente le sería favorable. No obstante, dentro de las IPAs americanas alcoholizadas que he probado, dudo que ni así hubiese entrado a estar entre mis más-favoritas.
---
Y como, después de una vuelta vacacional moderada, me estoy excediendo nuevamente a la hora de escribir, las dos cervecitas que faltan para completar mi 2do #FFdA vendrán pasado mañana en un segundo post de resumen personal. Espero que os queden ganas de más, después de la que os he soltado hoy...
El resumen global del #FFdA vendrá a principios de la semana que viene.
Salut i birra!
No acababa de tener clarísimo qué iba a tomar: había algunas referencias claras, aunque alguna de ellas finalmente cayó de la convocatoria. Otras, contrariamente, se erigieron como cervezas definitivas sobre la marcha después de que, literalmente, introdujera mi cabeza hasta la parte más profunda del fondo del armario (FdA). Para los escépticos, estoy a vuestra disposición para demostraros de que mi cabezón entra allí.
El hecho es que en el post del viernes, en que di el pistoletazo de salida al 2do #FFdA, apunté que había ciertas cervezas que hacían un cameo, y que podríais encontrar en el caso de que os releyerais el post. Hubo quien apuntó alguna cerveza que había escrito de manera nominal durante el post (la WVXII), pero no se trataba de esa. La trampa estaba en seleccionar todo el texto con el cursor, y comprobar que hay ciertas iniciales al final de los primeros párrafos que dan pistas más que suficientes. Una patillada más; no tengo control.
Sin más dilación, me dispongo a repasar las cervecitas que me he apretado en este segundo Finde Fondo de Armario.
2do #FFdA - Cerveza #1:
Pues bien, a fin de cerrar bien una semana laboral en la que mi cuerpo me había manifestado de varias maneras que necesitaba un break de magnitud, pensé que lo ideal sería estrenar el 2do #FFdA en aquel gran momento del viernes en que, por fin, dejo que mi peso corporal repose en la semi-rígida estructura del trocito de sofà que tengo en régimen de propiedad; intransferible a todos los efectos. Ese buen momento cabía acompañarlo de una cerveza que ayudara a relajarme: de sorbo, no de trago; intensa, y un poco alcohólica.
Paralelamente, mi mano me transmitió que no estaba por la labor de sujetar un snifter; ni tan sólo una tulipa o cáliz. Me pedía, explícitamente, ese recipiente tan criticado por anti-estético, pero que a mí personalmente tanto me gusta: el vaso de pinta nonick. Con todo este condicionamiento, en mi Fondo de Armario sólo quedaban dos posibles referencias, una de las cuales tenía prevista para la ocasión; la otra, contrariamente, tengo intención de darle un poco más de reposo.
Así fue como fui a por una Yeti de Great Divide, esa Imperial Stout que en nuestro entorno cervecero ya hemos empezado a añorar ante el cierre de grifo a la exportación de la cervecera de Denver; aunque quedan algunas pocas referencias disponibles en ciertas tiendas, dicho sea de paso. Pero las Yeti me las he tomado a pares en más de una ocasión; ¿era la inminente escasez de esta referencia suficiente para que esta cerveza se encontrara en mi Fondo de Armario? Bien, el hecho es que mi cervecita tenía la particularidad de ser una de esas versiones especiales, concretamente la Yeti Chocolate Oak Aged (YCOA).
Pude hacerme con ella, si no recuerdo mal, un pelín antes del primer #FFdA; en marzo o abril. Entré, como de costumbre por aquel entonces, un lunes a las ocho y pico de la tarde-noche en Cervezorama (Madrid) a fin de hacer un poco de provisión cervecera para mis aventuras y desventuras madrileñas. Sorteada la columna de enmedio, mis ojos quedaron fijados en la majestuosa botella de 66cl., coronada con una "capucha" plateada, con una etiqueta de color gris muy sugerente. El precio era elevado, pero hay cervezas que merecen una inversión adicional. La YCOA demostró, durante este pasado #FFdA, que es una de ellas.
Capucha y chapa fuera. Antes de verter, Mrs. Birraire exclamó desde su también-intransferible otra mitad de sofá que podía oler la barbaridad de birra que tenía entre las manos. Si sólo destapada ya tenía un aroma tan intenso, os aseguro que no se han inventado aún palabras para describir la implacable intensidad aromática de este señor birrote una vez en el vaso.
Me llamó la atención, inicialmente, un punto muy subido de vainilla, propio de muchas cervezas envejecidas con madera roble francés (chips, en el caso de la YCOA). A continuación, lo que uno se esperaba: chocolate a tutiplén, maltas asadas y tostadas, leves notas a madera y levadura. Pero también aparecieron matices a café americano, dátiles, especias suaves, fruta caramelizada y lúpulo americano, en la distancia.
En boca era una explosión de sabor; un espectáculo de pirotecnia para las papilas gustativas. De intensidad redoblada por el alcohol y por las, ahora sí, notables notas de especias (por algún lado debía notarse la utilización de pimiento cayenne), especialmente en el retrogusto, al trago. No obstante, el final era meloso y dulce, sin picores ni estridencias; con un punto de sequedad muy bien controlado. Todo lo que contenía ese petrolífero líquido de abundante espuma mulata cabalgaba de manera acompasada y homogénea, para goce de mis sentidos. ¿Cómo una cerveza, a priori, tan extrema podía contener esa gran dosis de armonía y equilibrio?
Total, que la Yeti Chocolate Oak Aged colmó mis expectativas. Se trata de la mejor Imperial Stout americana que he tomado hasta la fecha (o, al menos, eso me parece recordar). Fue, seguramente, la mejor manera que tenía disponible para empezar este segundo #FFdA, dado el momento del día y el cansancio acumulado. Un premio excepcional; una cerveza que es una verdadera lástima no poder tomar a menudo.
2do #FFdA - Cerveza #2:
Sábado. Unas horas de descanso merecidas para separarlo de un frenético viernes. Por la mañana, paseé tranquilamente por el monte, en compañía de mi querida esposa. A continuación, nos fuimos a comprar algunos víveres y nos plantamos, de nuevo, en casa. Se acercaba el mediodía, y yo ya hacía rato que maquinaba cuál sería mi siguiente víctima ffdaera.
Decidí bajar a la bodeguita a hacer una diligente inspección. En los últimos meses, mi esfuerzo ha contribuido a reducir el número de referencias (soy un mártir), que empezaba a ser excesivo. Gracias a ello, pude llegar a observar todas las botellas sin tener que quitar capas y capas: un proceso delicado y que, por qué no confesarlo, me da un pelín de pereza. Es así como vi la que podía ser una de las cervezas más originales para sacar del Fondo de Armario (pero del fondo-fondo): la Vivat Triple de la Abbaye du Cateau.
Su nombre viene de una tradición del norte de Francia, llamada "vivat flamand". Se trata de honorar a ciertas personas en las celebraciones, especialmente bodas, cantando una canción mitad en francés mitad en latín, mientras alguien sujeta una toalla encima de la cabeza de los homenajeados y otra persona vierte champán sobre dicha toalla. Curioso; y divertido. Por su parte, las características de la cerveza apuntaban a una birra tan singular como la propia tradición: con una primera fermentación en cubas abiertas, y una refermentación en botella con un tipo distinto de levadura.
La temperatura que estos días ofrece mi bodeguita me permitió no tener que refrigerar la botella (ni ésta ni ninguna de las otras, de hecho), cosa que gracias al material del que estaba fabricada (cerámica) acentuó de principio a fin un punto natural y agradable de frescor. La condenada pesaba como una magnum, contando "sólo" con 50cl de cerveza; pero la presentación, con tapón de corcho incluído, era de lo más pintoresca y apetitosa. Algo que, por desgracia, temía no se vería traducido en el líquido fermentado que contenía.
Y me equivoqué. Justo al tirarla en una copa de cáliz empecé a darme cuenta de que esta cerveza francesa, que había adquirido en mi última escapada a Andorra (en un súper, sin más), daría más que hablar de lo que uno había estimado. De aspecto majestuoso, con sus tonos dorados intensos, su claridad y su gran espuma, suave y esponjosa, pedía a mis ojos todo el protagonismo que mis escépticas expectativas le habían quitado. Mientras la retrataba, empezó a desprender un aroma delicioso, clásico de Tripel belga, con notas de lúpulo aromáticas, un grado de alcohol notorio pero bien integrado y especias. Al acercar la nariz, pude oler naranja, levadura y, levemente, caramelo.
En boca, la Vivat, siguió mostrando sus encantos con una entrada frutal delicada, y un final muy bien balanceado, algo alcohólico, especiado y con un original retrogusto a uva moscatel, que me sorprendió a la par que me obsequió con un gran momento organoléptico. Dulce, moderadamente amarga y con un punto de acidez, en el paladar se desenvolvía con soltura, siendo su cuerpo generoso y agradable. Equilibradísima y sabrosa; una cerveza a medio camino entre una Tripel y una Bière de Garde, que era para sacarse el sombrero. Recordaba, relativamente, a una versión especiada de la Duvel.
En definitiva, que por lo que me costó (recuerdo unos 2,5€, aproximadamente) en mi próxima visita al País dels Pirineus me bajo unas cuantas fijo. Recomiendo esta singular cerveza a quien pueda hacerse con ella, pues alegra el paladar y ofrece nuevas sensaciones respecto a otras referencias que, a priori, son similares.
Destacar que pude acompañarla, a modo de aperitivo, de un delicioso bull blanc (un embutido catalán que agota calificativos positivos en Can Birraire) hecho en mi pueblo; y la combinación fue más que placentera para mi cuerpo, en aquellas gloriosas horas de sábado.
2do #FFdA - Cerveza #3:
El listón había quedado muy arriba. Llevaba dos cervezas en el global del evento, y la que en aquellos momentos sospechaba que marcaría el ecuador de mi #FFdA tenía todos los números para dejar el pabellón por todo lo alto también. De hecho, hacía ya mucho tiempo que me guiñaba el ojito desde que la adquiriera de un amiguete que se trajo una cajita entera de Estados Unidos.
Hasta la fecha, se me habían resistido las cervezas de Sam Calagione, cervecero de la Dogfish Head Brewery. Sólo había tenido oportunidad de probar una rica colaboración con Birra del Borgo, la My Antonia (una Imperial Lager lupulizada hasta la saciedad). Pero cuando me hice con la 90 Minute Imperial IPA (90MII) sabía que estaba invirtiendo en felicidad futura, ya que suponía que todo el reconocimiento con el que cuenta el mediático cervecero de Discovery Channel y su imponente gama de peces gato no eran en vano. Y, a diferencia de mi juicio anterior, esta vez no me equivocaba.
La cervecera de Milton (Delaware) es conocida por sus cervezas extremas y rompedoras, con recetas desafiantes e ingredientes poco convencionales. De sus 8 referencias fijas, la 90MII es quizás la más popular y reconocida. De hecho, fue esta cerveza la que introdujo el concepto de continuous-hopping (lupulización continuada), a partir del cual nacieron también su hermana pequeña 60 Minute IPA, y otras referencias ocasionales como la 75 Minute IPA (un blend de la 60M y la 90M añejadas) o la 120 Minute IPA.
En definitiva, que me dispuse a atacar esta esperada cerveza de 9,0 ABV y 90 IBUs, que cuenta con un tapón corona muy atractivo, dicho sea de paso. De nuevo, como con la primera cerveza del Finde FdA, desde la misma botella salía un aroma que no entendía el término moderación, con una ráfaga de lúpulo americano que amenazaba con empañar los cristales de las ventanas. Y una vez vertida en mi querida pinta Nonick, oh my god, Sam, empecé a pensar que sólo un loco podía haber ideado una IPA de estas características: de intensidad descomunal, gracias en parte a la presencia alcohólica, con evidentes notas a pino y pomelo, pero también a manzana, naranja caramelizada y bizcocho. Suaves toques a pera y uva completaban una nariz que no dejaba las cosas al azar.
Aposté por probarla, y después de varios sorbos vi que la cerveza estaba rozando aquello que, interiormente, entiendo como perfección cervecera... ¡pero no llegaba! Será el viaje, mi botella o mis gustos en conjunción a la alineación astral y otras circunstancias cósmicas, pero si bien la 90MII me pareció soberbia, personalmente habría agradecido un mayor equilibrio de sus matices alcohólicos en boca. Repito: me encantó. No quiero parecer un snob criticando cervezas reputadas; lo soy por muchos otros motivos, pero no por este. Tiene casi mención máxima en mis notas personales, ¿os vale ahora? Si no puedo convenceros ni así, no sé que más contaros.
Bueno sí, que la 90MII se reveló como una sólida IPA doble americana, y que dejó el nivel cervecero, si cabe, más alto de lo que iba siendo hasta esa tarde de sábado; a la mitad del #FFdA. Acompañó, además, la sesión clasificatoria del GP de Interlagos de Fórmula 1 de manera magistral, con su lúpulo e intensidad añadiendo emoción al evento deportivo.
Mis expectativas eran altas, y si bien la cerveza me ha dejado una muy grata impresión, es cierto que esperaba algo a la altura de alguna Alesmith o Stone que he podido probar. Más tarde, con mi Nonick ya limpia para futuras consumiciones, leí que se aconsejaba tomar esta cerveza en un Snifter. Una vez degustada, pienso que probablemente le sería favorable. No obstante, dentro de las IPAs americanas alcoholizadas que he probado, dudo que ni así hubiese entrado a estar entre mis más-favoritas.
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Y como, después de una vuelta vacacional moderada, me estoy excediendo nuevamente a la hora de escribir, las dos cervecitas que faltan para completar mi 2do #FFdA vendrán pasado mañana en un segundo post de resumen personal. Espero que os queden ganas de más, después de la que os he soltado hoy...
El resumen global del #FFdA vendrá a principios de la semana que viene.
Salut i birra!
WOW! Y ESTAMOS SOLO A LA MITAD DEL FFDA, JAJAJAJA. BUENOS BIRROTES NENE, ENVIDIACA DE LA DOGFISH, JEJE. MAÑANA LA EMELISSE ;)
ResponderEliminarJeje, esta vez que no me puse malo pude sacar artillería pesada. Aunque ya enfermé al día siguiente por intoxicación alimenticia; suerte que ya había digerido bien el líquido del finde :-).
EliminarLa Dogfish tengo que probarla in situ; muy rica, pero como digo un pelín descompensada.
¡Saludos Jorge!
vaya pepinos! jajaja, y como dicen por ahí, todavía queda la mitad! la verdad es que a mi la 90 minutos me encantó pero también me esperaba un pelín mas, me imagino que es lo que tiene tener las expectativas tan altas...un saludo y gracias de nuevo por la iniciativa! Estoy deseando ver tu segunda parte y el resumen global... un saludo!
ResponderEliminarRaúl! Pues sí, me imagino que las expectativas tan altas hacen que nos esperemos algo fácilmente equiparable a la mejor Imperial IPA tomada; y en mi caso, se quedó corta. Comparo, por ejemplo, con como nos llegan las Hoppin' Frog y no hay color.
Eliminar¡Y gracias a ti por participar de nuevo! El lunes, si puedo, voy a colgar ya el resumen. ¡Salud!
Pues no voy a ser yo quien dude que la YCOA está alucinante, cuando ya de por sí la Yeti Imperial Stout está riquísima.
ResponderEliminarCon respecto a la andorrana habrá que tenerla en cuenta, tendré que buscar a alquien que se acerque por aquellas tierras...
Y la Dogfish..., sería bueno que no se hayan acabado todas las botellas de la caja de ese amiguete. Promete.
¡Buenas José! La YCOA es de lo mejor que he tomado este año, sin lugar a dudas. La andorrana, que es francesa, vale la pena efectivamente, y más al precio que la adquirí. Y por desgracia, la cajita de Dogfish voló rápidamente...
EliminarA ver si nos vemos pronto, que creo que tenemos lío en breve. ¡Un saludo!
¡¡Mamma mia!! Ahora entiendo lo de Facebook... Juntar tu verborrea con cervezones... jaja!!
ResponderEliminarDe la Yeti, no puedo opinar... pero si salivar... jajaja!! Envidia pura! De la Vivat, pues apuntada queda para alguna futura escapada norteña, y más a ese precio! Y en cuanto a DFH'90, te puedo asegurar que de probarla fresca a un poco maltratada por viajes y almacenes cambia barbaridad. A mí me parecía "simplemente" muy rica hasta que la reprobé en el Freiburg hace unas semanas... otro mundo, pero además de verdad.
Iba a decirte enhorabuena por la selección pero me lo guardo para la segunda parte... temo que un "simple" enhorabuena se quede corto, jajaja!!
Salut Joan!
Ei Pau! Pues ahora ya está la segunda parte ahí a punto :-).
EliminarEn principio mi Dogfish no debería haber estado muy-muy maltratada, pero nunca se sabe.
La Yeti es tema a parte. Y la Vivat, si pasas por Andorra o Francia y la ves, no dudes en hacerte con ella, aunque sólo sea por lo bonita que es la botella, jaja.
Salut!
No es solamente cuestión de maltrato físico (que también) sino de simple cuestión de tiempo. No sabía qué quería decir tanta gente con eso de tomar una cerveza lupulada fresca hasta que probé alguna yankie lupulada con muy poco tiempo transcurrido de su envasado en botella y las diferencias son abismales, por eso te digo. No hay color.
EliminarSalut!
Me estáis dejando con la boca abierta todos los que habéis participado en este segundo FFdA. No tengo palabras. De primeras me has entrado con la Yeti, y nada menos que la versión envejecida con chocolate. Repito, sin palabras. Esa edición no la probé (craso error), pero si la normal ya era antológica no me lo quiero imaginar. A ver si iba a volver haber otro nuevo derrocamiento de mi cerveza reina particular entre las Imperial Stouts... dónde estará el límite. Por el momento, para mi lo tiene la BORIS de Hoppin Frog, mi única cerveza elegida para la ocasión, que ya veo que me he quedado corto sólo con una, pero eso sí, con queso de acompañamiento y no un queso cualquiera, jejeje, por si aún no has leído mi post. En cuanto a las otras dos cervezas, sorprendente la segunda, totalmente desconocida, pero es que por donde la compraste, lugar que conozco bien, como ya sabes, puedes encontrar de todo, siendo agradables sorpresas en ocasiones y en otras no tanto. Y de las Dogfish, qué puedo decir. Es más que conocida de sobra su reputación, aunque a veces eso nos genere demasiadas expectativas que luego no se vean colmadas por completo, dejando una sensación agridulce. Salu2! y perdón por no pasarme a comentar tanto como quisiera. Estoy hasta los topes, qué te voy a contar! ;)
ResponderEliminarJAB: ¡tú a lo tuyo, que nos beneficiará a todos! ;-)
EliminarYo, por ahora, he visto nivelazo en los posts que he podido consultar. Y en cuanto a tu Boris y el queso... qué decir, ¡vaya pinta que tiene! Espero que en Labirratorium nos peguemos algún homenaje de semejante magnitud algún día de estos :-).
¡Cuando pueda me leo tu post entero!
Y en cuanto a lo que comentas de tu conocida Andorra, cierto que se puede encontrar un panorama singular de cervezas, aunque todas con el denominador común de presentar precios muy buenos. Ya me he bajado más de una vez las Leffe Tripel de 75cl. a 2,35€ :-).
¡Un abrazo macho!